lunes, 12 de octubre de 2009

PAZ EN TODO TIEMPO

Que el Señor de paz les conceda su paz siempre y en todas las circunstancias. El Señor sea con ustedes (2 Tesalonicenses 3: 16).

Brenda y su esposo tenían un hogar ejemplar con .dos niños. Ella tenía ocho meses de embarazo y todo estaba bien. Una noche, su esposo llegó de trabajar y le dijo a Brenda que tenía mucha hambre y estaba muy cansado. Ella le sirvió de cenar y lo vio retirarse a dormir. Momentos después de acostarse él falleció. El forense dijo que había bronco aspirado. Fue muy doloroso perder al esposo que amaba tanto. Y sin poder entender lo que había sucedido, al mes siguiente recibía en brazos a una hermosa bebé. Todo estaba de cabeza en su vida, ahora con tres hijos que cuidar y sin su esposo. Cuando la bebé cumplió un mes de nacida, sus tíos la invitaron a comer a su casa. En medio de la convivencia, Diego, el más pequeño de los niños, salió a jugar a la calle del fraccionamiento. Uno de los tíos entró y le pidió a Brenda que saliera a hablar con el niño que no quería levantarse del pavimento. Antes de que ella llegara a la puerta, una camioneta pasó a toda velocidad y arrolló al pequeño dejándole graves heridas en la cabeza. Su vida era completamente otra en un lapso de tres meses. Ahora ella estaba en el área de Terapia Intensiva del hospital, con el corazón destrozado y el pensamiento aturdido, sin poderse despegar ni un solo momento de su hijo Diego que se debatía entre la vida y la muerte. ¿Qué se le dice a una mujer que vive un momento así? ¿Cómo hace Dios el milagro de devolver la paz a los seres humanos cuando a través de una tragedia nos fue arrebatada? Un grupo de amigas y el esposo de una ellas, que es pastor, nos turnamos para visitarla y para orar constantemente con ella. Cuando no sabes qué hacer ni qué decir lo mejor es orar. Y Dios hizo su parte. Días después mientras una de mis amigas oraba con ella en la entrada de la sala de Terapia Intensiva, una enfermera salió para avisarle a Brenda que su Dieguito de apenas cuatro años había fallecido. Ella, con paz en su corazón, recibió la noticia con tranquilidad. Cuando otra amiga y yo llegamos al hospital, una hora después, supimos que Dios es el Dios de Paz. El rostro de Brenda lo reflejaba. Si un día te encuentras en medio de la desesperación y la tragedia o los problemas te hacen perder la paz, solo ponte a orar.

Yaqueline Tello de Velázquez
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.

SE ACABARON LOS MACARRONES CON QUESO

Dios ha preparado para los que lo aman cosas que nadie ha visto ni oído, y ni siquiera pensado, 1 Corintios 2: 9

Alguna vez te preguntaste si el cielo será un lugar realmente tan maravilloso? Has visto imágenes del cielo y pensaste: «Túnicas blancas, hierba verde y animales. No me parece tan atrayente». Cuesta mucho imaginar a ^alguien que juegue al fútbol vestido con una túnica, ¿verdad? Y luego está la cuestión de la comida... Se acabaron las chocolatinas, los helados o las pizzas de masa delgada y crujiente. Suena casi tan mal como estar en la cárcel sin nada más que pan y agua. Anoche, una amiga me hablaba de su nieto de cuatro años. Le había dicho que no quería ir al cielo porque no habría macarrones con queso o videojuegos. Cuando escribo esto casi puedo ver a mi ángel de la guarda que sacude la cabeza desconcertado. Imagínate, seres humanos pensando que pueden hacer un mal negocio si van al cielo. ¿Acaso las ¡deas humanas de diversión y excitación pueden ser ni siquiera una millo­nésima parte de lo grandes que son las de Dios? Piensa en ello así. Como Dios nos creó, sabe cómo funcionamos. Conoce todos y cada uno de nuestros detalles individuales. ¿Acaso no sabrá qué nos va a gustar de verdad? Si pudo crear todo el universo, ¿no piensas que podría crear una tierra tan maravillosa que haría que Disney World parecie­ra un patio destartalado? Cuando lleguemos al cielo, quizá nos pasemos los primeros cincuenta años boquia­biertos intentando asimilar todas las fantásticas oportunidades de aprender cosas, de hacer amigos y de divertirnos. Será magnífico. La pizza, los videojuegos e incluso Disney World no son nada en comparación. Estoy impaciente por descubrir las fantásticas sorpresas que Dios tiene esperándonos en el cielo. ¿Y tú?. Tomado de la Matutina El viaje Increíble.

PERDÓNATE A TI MISMO

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.1 Juan 1: 9.

Una señorita emigró a los Estados Unidos. En su Cuba natal había sido una católica muy devota, y acostumbraba confesar sus pecados al sacerdote. En su nuevo hogar, afrontó el problema de que no podía confesar sus pecados en inglés. El problema pronto se convirtió en una crisis. Un día supo que había un sacerdote que hablaba los dos idiomas y, después de dar con él, lo convirtió en su confesor.
Pero un día se encontró con la noticia de que su confesor había sido transferido a otra parroquia y el problema se presentó de nuevo. No tenía a quién confesarle sus pecados. La crisis la llevó a la necesidad de confesar sus pecados en inglés, idioma que todavía no dominaba. Nuestra heroína pidió a una amiga bilingüe que tuviera la bondad de ayudarla a traducir sus pecados para poder confesarse. Ella practicó una y otra vez la frase «Perdóneme, padre; he pecado», y finalmente llegó al confesionario. Después de pronunciar la frase «Perdóneme, padre; he pecado», sacó su lista donde tenía sus pecados traducidos al inglés. Pero descubrió que el confesionario estaba muy oscuro y que no podía leer la lista. Intentó una y otra vez leer la lista, pero no pudo hacerlo, y al fin se dio por vencida. Salió del confesionario llorando. Un sacristán que la vio llorando la escuchó decir en un susurro: «No puedo ver mis pecados».
Aquella fue una declaración muy profunda. Y tú, ¿puedes ver tus pecados? Es decir, ¿no puedes verlos porque los reconoces y los confiesas? ¿No puedes verlos porque Dios ya los ha echado a lo profundo del mar y ahora están tan lejos de ti como lo está «el oriente del occidente», como dice el salmista? ¿O no puedes verlos porque no los reconoces ni aceptas tu culpabilidad ante Dios?
Nuestro tema de hoy nos asegura que si confesamos, recibiremos el perdón. Es una de las afirmaciones más claras de la Biblia: «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad».
¡Qué maravillosa seguridad! Deberíamos aceptar eso con todo nuestro corazón. Lamentablemente, muchas veces seguimos sintiéndonos culpables de los pecados que hace tiempo confesamos. Creemos que Dios nos perdona, pero nosotros no nos perdonamos a nosotros mismos. Es como si creyésemos que es nuestra obligación sufrir, pagar algo, hacer expiación. A veces confundimos los problemas que vienen como resultado del pecado con algún tipo de castigo por el pecado, y, si sufrimos ese "castigo", nos sentimos "perdonados". Dejemos toda duda y aceptemos hoy el perdón divino.
Tomado de la Matutina Siempre gozosos.