Lugar: California, EE.UU.
Palabra de Dios: Isaías 53:5
Juan permanecía atrapado entre los escombros. La cabeza le latía, y cuando extendió la mano para tocársela, tuvo una sensación de algo líquido y pegajoso. No podía saber cuan grave era la pérdida de sangre. Sus piernas también parecían estar perdiendo sangre. Recién después Juan se enteró de qué era lo que había provocado el accidente. El tren urbano en el que viajaba había chocado contra un auto que alguien había dejado sobre las vías.
Mientras yacía en ese lugar, rodeado de metal y de escombros, Juan se preguntaba si saldría vivo de allí. Mientras pasaban los minutos, sus pensamientos se volvieron hacia su familia. ¿Volvería a ver a su esposa y a sus hijos? ¡Oh, cómo los amaba!
Viendo la sangre que fluía de sus heridas, Juan decidió escribir un mensaje. Con su propia sangre, escribió en un asiento del tren que estaba cerca: "Leslie, te amo". "Amo a mis hijos". En lugar de escribir la palabra "amor", dibujó un corazón.
Los bomberos tuvieron que cortar los escombros, para poder rescatarlo. Cuando vieron el mensaje que había escrito, los conmovió. Su mensaje era un mensaje de amor, escrito con su propia sangre.
Tú y yo también hemos recibido un mensaje de amor, escrito con la sangre de Jesucristo. El profeta Isaías dijo: "Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados".
Jesús derramó su sangre para que tú y yo podamos vivir por siempre. Él fue herido; fue molido; fue castigado. Y tomó nuestros pecados y murió en lugar de nosotros. Su mensaje escrito con sangre decía: Te amo.
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson