En mi angustia invoqué al Señor, y él me respondió (Salmo 120: 1).
Cada día enfrentamos diversos problemas y cuando los llevamos a Dios desearíamos que su respuesta fuera una solución inmediata. Pero cuán difícil es aceptar, de momento, que la respuesta no es lo que esperamos. Sin embargo, este tipo de réplicas de parte del Señor nos ayudan a fortalecer nuestra fe en él y nos permiten analizar si realmente pedimos lo correcto. Hace poco llegó a mis manos este mensaje que quiero compartir contigo:
Cada día enfrentamos diversos problemas y cuando los llevamos a Dios desearíamos que su respuesta fuera una solución inmediata. Pero cuán difícil es aceptar, de momento, que la respuesta no es lo que esperamos. Sin embargo, este tipo de réplicas de parte del Señor nos ayudan a fortalecer nuestra fe en él y nos permiten analizar si realmente pedimos lo correcto. Hace poco llegó a mis manos este mensaje que quiero compartir contigo:
MENSAJE DE JESÚS
¿Por qué te confundes y te agitas ante los problemas de la vida? Déjame el cuidado de todas tus cosas y todo te irá mejor. Cuando te abandones en mí todo se resolverá con tranquilidad, según mis designios. No te desesperes. No me dirijas una oración agitada, como si quisieras exigirme el cumplimiento de tus deseos. Cierra los ojos del alma y dime con calma: Jesús, yo confío en ti». Evita las preocupaciones y angustias y los pensamientos sobre lo que pueda suceder después. No estropees mis planes queriéndome imponer tus ideas, déjame ser Dios y actuar con libertad. Abandónate confiadamente en mí. Reposa en mí y deja en mis manos tu futuro. Dime frecuentemente: «Jesús, yo confío en ti». Lo que más daño te hace es tu razonamiento y tus propias ideas y querer resolver las cosas a tu manera. Cuando me dices «Jesús, yo confío en ti», no seas como el paciente que le dice al médico que lo cure, pero le sugiere el modo de hacerlo. Déjate llevar en mis brazos divinos. No tengas miedo. Yo te amo. Si crees que las cosas empeoran o se complican a pesar de tu oración, (sigue confiando. Cierra los ojos del alma y confía. Continúa diciéndome a toda hora: «Jesús, yo confío en ti». Necesito las manos libres para poder obrar. No me ates con tus preocupaciones inútiles. Eso es lo que Satanás quiere: agitarte, angustiarte, quitarte la paz. Confía solo en mí, abandónate en mí. Así que no te preocupes, echa en mí todas tus angustias y duerme tranquilamente. Dime siempre: «Jesús, yo confío en ti», y verás grandes milagros. María Elena Ortiz Rocha
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor