domingo, 10 de enero de 2010

¡AY! ¡ESO DUELE!

Manzana de oro configuras de plata es ¿apalabras dicha como conviene (Proverbios 25:11).

Durante uno de los viajes con el Club de Aventureros, mi amiga y yo comenzamos a arrojar piedras al río. Juntamos todas las que pudimos encontrar, y cada una trataba de llegar más lejos que la otra. Era divertido ver cómo las piedras corrían a lo largo de la superficie del agua. Estábamos trepadas en la cima de una saliente rocosa, ¡pero sentíamos que estábamos en la cima del mundo!; hasta que se oyó un grito terrible en el aire: "¡Ay! ¡Eso duele!"
Nos estábamos divirtiendo tanto que no habíamos notado que el resto de nuestros amigos se estaba dirigiendo hacia el río. Una de las piedras había golpeado la cabeza de una de nuestras compañeras, dejándole una herida muy dolorosa que necesitó varios puntos de sutura para sanar. Nos sentimos avergonzadas y con cargo de conciencia. Hoy, varios años más tarde, aunque ella ya se olvidó del dolor, todavía tiene la cicatriz.
Hoy ya no tiro piedras pero, si no tengo cuidado, puedo decir cosas que son más dolorosas que las piedras. Es fácil decir cosas que causan vergüenza y traen gran dolor. Las personas rara vez olvidan los dardos dolorosos enviados en su dirección, especialmente cuando provienen de amigos o seres queridos. Algunas veces los daños dejan cicatrices emocionales que perduran por el resto de nuestras vidas.
Las palabras tienen gran poder. Dependiendo de cómo elijamos usarlos, nuestros dichos pueden destruir o sanar. Las palabras amables tienen la capacidad de levantar, inspirar, dar ánimo y fortalecer, creando gozo y amor sin fin, para nosotras y para los que nos rodean. Mientras las utilicemos, saldrán ondas de gozo de nosotras y llegarán a la vida de los demás.
La Palabra de Dios declara: "Hay hombres cuyas palabras son como golpe de espada; más la lengua de los sabios es medicina" (Prov. 12:18). Cuando invitemos a que el Espíritu Santo tome el control de nuestros corazones, surgirán palabras puras y dulces de nosotras, para bendición e inspiración.
Padre, por favor, toma el control de nuestros pensamientos y sentimientos, y también de nuestras palabras. Ayúdanos a decir palabras que únicamente construyan e inspiren y no que destruyan. Amén.

Cordell Liebrandt
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

BENDICIÓN PERPETUA

Haré de ti una nación grande, y te bendeciré; haré famoso tu nombre, y serás una bendición. Génesis 12:2.

Tu también tienes derecho a esta promesa hecha a Abraham. Hoy te invito a reflexionar sobre el significado que tiene aceptar a Cristo como nuestro Salvador personal.
El apóstol Pablo lo expuso a los cristianos de la iglesia de Galacia, les dijo que podían vivir bien al haber superado una religión formalista llena de códigos y filosofías de vida, llevarían su fe a una experiencia de relación con Cristo, entonces dirían con toda propiedad que eran «la descendencia de Abraham y herederos según la promesa» (Calatas 3: 29). Serían una gran nación, un pueblo tan grande que Juan dice en el último libro de la Biblia que nadie podía contar su número (Apocalipsis 7: 9).
Quisiera llamar tu atención a las palabras con las que termina el texto de esta mañana, «serás una bendición», porque es la desembocadura de un torrente de ricos pensamientos y grandiosas promesas. Hoy debes recordar que el propósito de la educación es el servicio. Ahí desemboca el fin primario, que es una relación salvadora con Cristo. Ahí también desembocan los fines secundarios que se proyectan al desarrollo del carácter, en la formación de una mente cristiana y la capacitación profesional para el trabajo. Pero el filtro maestro del control de calidad está en el servicio abnegado. ¿Recuerdas al hombre que salió al encuentro de Jesús desde los cementerios de Gadara? El suceso está registrado en Marcos 5: 1-20. Acababa de encontrarse con Cristo como su Salvador personal. Se habían abierto nuevos horizontes para su vida confinada a las tumbas, corría de un lado al otro, se hacía heridas con piedras punzantes. Entonces Jesús lo llevó a la desembocadura de ese torrente de bendiciones. Luego le dijo: «Vete a tu casa, a los de tu familia, y diles todo lo que el Señor ha hecho por ti y cómo te ha tenido compasión» (vers. 19). Tú y yo tenemos pleno derecho a reclamar las promesas, si queremos constituirnos también en una bendición para los demás.

«La obra religiosa que el Señor da a los jóvenes y a los hombres de todas las edades, muestra la consideración que les tiene como hijos suyos [...]. Los llama a ser participantes con é\ en la gran obra de la redención y elevación de la humanidad». MJ 44.

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

EL AMOR DE DIOS

El Señor les dijo: «Cuando un profeta del Señor se levanta entre ustedes, yo le hablo en visiones y me revelo a él en sueños» (Números 12: 6).

A causa del pecado, la naturaleza no revela perfectamente el carácter de Dios. Como el Señor nos ama, nos dio una revelación adicional de sí mismo. A esta revelación la llamamos «la revelación especial». A la revelación imperfecta de la naturaleza, que incluye la razón humana, se la llama «revelación natural».
A través de su Palabra, Dios hizo una revelación especial de sí mismo. El profeta escribió: «Con amor eterno te he amado; por eso te sigo con fidelidad» (Jer. 31: 3). El salmista cantaba: «Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos» (Sal. 103: 13); «aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me recibirá en sus brazos» (Sal. 27: 10). El profeta evangélico añadía: «¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? Aun cuando ella lo olvidara, ¡yo no te olvidaré!» (Isa. 49:15). Esta es una revelación que Dios hizo a sus profetas para que la comunicaran a su pueblo. Dios nos dice a través de ella cómo es él. Nos dice que nos ama y se compadece de nosotros.
Pero los mensajes de la Palabra de Dios fueron dados en un lenguaje humano. Fueron mensajes adaptados a las circunstancias en las que vivió su pueblo. Y muchas veces esos mensajes no fueron entendidos como Dios quería. Nublados por las circunstancias de la vida, a veces no vemos las misericordias del Señor. Quien ha tenido un padre abusador y torturador, tiene dificultades para comprender que Dios es un Padre amante. Quien fue abandonado en un basurero por su madre, no entiende bien por qué Dios se revela como una madre para sus hijos. Además, el lenguaje humano es finito e imperfecto, y no siempre puede transmitir correctamente las ideas y conceptos de Dios. Pero su mensaje escrito es una revelación adicional que nos ayuda a entender mejor al Dios creador. Estudiémosla hoy con ahínco y dedicación, porque es la revelación de un Dios de amor.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C.