martes, 23 de marzo de 2010

LA SALVACIÓN ES UN REGALO DE DIOS

La salvación de los justos viene del Señor; él es su fortaleza en tiempos de angustia, Salmos 37:39.

Hay tantas cosas que gestionamos los seres humanos, y muchas veces tan inadecuada e injustamente, que es un alivio muy grande leer el día de hoy que la salvación es cosa del Señor. A partir del versículo 27 de este Salmo, David nos proporciona el marco en el cual Dios nos otorga la salvación:
• «Apártate del mal y haz el bien» (vers. 27).
• «Los justos heredarán la tierra» (vers. 29).
• «La ley de Dios está en su corazón» (vers. 31).
• «Pero tú, espera en el Señor, y vive según su voluntad» (vers. 34).
• «íntegros y rectos» (vers. 37).
• «Hay porvenir para quien busca la paz» (vers. 37).
En esta descripción de los elementos que contribuyen a vivir con la seguridad de la salvación, podemos encontrar un programa de disciplinas espirituales y sería conveniente que te apropiaras de ellas. En primer lugar, necesitas reconocer que por ti mismo no puedes apartarte del mal. Aunque algunas veces, tu propio esfuerzo y educación, podrían ayudarte. Sabemos que existe un poder que puede hacer el cambio en nosotros, y ese poder es Cristo. Es como volver a nacer, eres una nueva creación. Sabemos que el único que pude crear es Cristo. Hacer el bien también es un desafío que no podemos superar nosotros solos. Pablo dijo: «Cuando quiero hacer el bien, me acompaña el mal» (Romanos 7: 21). El mismo Pablo, escribió a los cristianos de Filipos, dijo que dadas estas imposibilidades para nosotros, es Dios, quien «produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad» (Filipenses 2: 13).
Por eso la salvación es de Dios, porque nosotros no podríamos generarla. Es imposible. Nuestros esfuerzos y buenas intenciones no alcanzan. Además, estaríamos en riesgo de corromperla, estropearla, repartirla injustamente, ¡incluso venderla! ¿Te acuerdas de Tetzel y la venta de indulgencias? Lee el capítulo 7 de El conflicto de los siglos, titulado «En la encrucijada de los caminos», y si puedes, consigue la película Lulero y mírala con la máxima atención.
«El Salvador se inclina hacia el alma adquirida por su sangre, diciendo con inefable ternura y compasión: "¿Quieres ser salvo?"». MJ 118.

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

EL ARREPENTIMIENTO IMPOSIBLE

Cuando la tierra bebe la lluvia que con frecuencia cae sobre ella, y produce una buena cosecha para los que la cultivan, recibe bendición de Dios. En cambio, cuando produce espinos y cardos, no vale nada; está a punto de ser maldecida, y acabará por ser quemada (Hebreos 6: 7, 8).

El pecado imperdonable, también llamado pecado contra el Espíritu Santo, no es una acción contra el Espíritu, sino una serie de acciones que consiste en un rechazo constante del llamado que él hace a la conciencia; como es el desprecio del esfuerzo divino para despertar la conciencia de una persona y llamarla al arrepentimiento, no tiene perdón. Es, en realidad, una ofensa contra Dios, pero que se asocia con su Espíritu, porque es este el que guía y conduce a la salvación.
En la Epístola a los Hebreos encontramos que este mismo pecado se menciona de un modo diferente, pero que nos puede ayudar a entender un poco mejor sus implicaciones: «Es imposible que renueven su arrepentimiento aquellos que han sido una vez iluminados, que han saboreado el don celestial, que han tenido parte en el Espíritu Santo y que han experimentado la buena palabra de Dios y los poderes del mundo venidero, y después de todo esto se han apartado» (Heb. 6: 4-6).
Aquí, el autor de Hebreos trata con un pecado del cual no hay arrepentimiento. Es similar al anterior en el sentido que quienes lo experimentan no sienten arrepentimiento. Pero se diferencian en que, en el primero, se rechaza al Espíritu que llama al arrepentimiento; en este se rechaza al Espíritu después de haber sido guiado al arrepentimiento. Es decir, este caso es un asunto de apostasía. La persona fue iluminada por el Espíritu Santo, saboreó el don celestial, fue guiada por el Espíritu de Dios, estudió y experimentó el poder de la Palabra de Dios y gozó los poderes del mundo venidero, pero después se apartó. Al hacer esto, crucificó de nuevo a Cristo, y lo expuso a la vergüenza pública. De acuerdo al texto, es imposible que los tales se arrepientan. Por lo tanto, tampoco hay perdón.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C