Abre, Señor, mis labios, y mi boca proclamará alabanza (Salmo 51:15).
Se acercaba el Día Internacional de la Mujer. La trabajadora social y la psicóloga querían hacer un mural alusivo a esta fecha, pero no sabían qué hacer. Les ofrecí mi libro devocional de la mujer, pensé que tal vez podrían encontrar algo. A la trabajadora social no le gustó la idea; la psicóloga lo tomó y empezó a hojearlo, y me pidió un ejemplar, pero como estaban agotados le obsequié el mío. Ella se comprometió a acudir a mi oficina cada mañana para compartir la lectura de ese día.
Pero llegó un momento en que ya no lo hizo. Cando le pregunté por qué ya no iba conmigo, su respuesta fue: «No tengo tiempo de venir contigo porque ahora tengo que compartir esta lectura con mis pacientes y con las doctoras tal, tal y tal, quienes van a venir contigo para que les consigas un “librito” de estos». Unos meses después hice u pedido de treinta devocionales para el siguiente año y repartirlos entre la psicóloga y algunas doctoras. A principios de año me cambiaron de centro de trabajo; tiempo después tuve oportunidad de ver a una de las doctoras y lo primero que ella dijo fue: «No te olvides que tienes el compromiso de traernos los “libritos” el próximo año».
Nunca sabremos de qué forma podremos compartir el evangelio; pero lo que sí sabemos es que nunca debemos olvidar que nuestro compromiso es tomar cada oportunidad que se presente para darlo a conocer. Que tu oración cada mañana sea: «Abre, Señor, mis labios, y mi boca proclamará tu alabanza». ¡Cuántas almas podrás ganar con tan solo abrir tus labios y compartir un mensaje!
Se acercaba el Día Internacional de la Mujer. La trabajadora social y la psicóloga querían hacer un mural alusivo a esta fecha, pero no sabían qué hacer. Les ofrecí mi libro devocional de la mujer, pensé que tal vez podrían encontrar algo. A la trabajadora social no le gustó la idea; la psicóloga lo tomó y empezó a hojearlo, y me pidió un ejemplar, pero como estaban agotados le obsequié el mío. Ella se comprometió a acudir a mi oficina cada mañana para compartir la lectura de ese día.
Pero llegó un momento en que ya no lo hizo. Cando le pregunté por qué ya no iba conmigo, su respuesta fue: «No tengo tiempo de venir contigo porque ahora tengo que compartir esta lectura con mis pacientes y con las doctoras tal, tal y tal, quienes van a venir contigo para que les consigas un “librito” de estos». Unos meses después hice u pedido de treinta devocionales para el siguiente año y repartirlos entre la psicóloga y algunas doctoras. A principios de año me cambiaron de centro de trabajo; tiempo después tuve oportunidad de ver a una de las doctoras y lo primero que ella dijo fue: «No te olvides que tienes el compromiso de traernos los “libritos” el próximo año».
Nunca sabremos de qué forma podremos compartir el evangelio; pero lo que sí sabemos es que nunca debemos olvidar que nuestro compromiso es tomar cada oportunidad que se presente para darlo a conocer. Que tu oración cada mañana sea: «Abre, Señor, mis labios, y mi boca proclamará tu alabanza». ¡Cuántas almas podrás ganar con tan solo abrir tus labios y compartir un mensaje!
Addry Gómez
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.