Lugar: Rusia
Palabra de Dios: 2 Corintios 4:18
Durante el invierno de 1740, la emperatriz Ana Ivanova decidió construir un palacio. El palacio sería único en su tipo. No tendría pisos de mármol ni estaría ornamentado con oro o plata; tampoco tendría piedras preciosas. "Quiero un palacio de hielo", instruyó la emperatriz.
Encargó el diseño a un arquitecto muy conocido. Una vez que el palacio estuvo listo, él contrató a centenares de personas para que trabajaran en el proyecto. Con cuidado seleccionaron, midieron y pusieron los bloques de hielo en su lugar.
Y, mientras el edificio crecía, los escultores trabajaban en su interior. Esculpieron árboles de hielo, con frutos colgando de sus ramas y con aves de hielo posadas sobre los árboles. Hasta los muebles estaban hechos de hielo, incluyendo una cama con cuatro columnas, colchón, acolchado, almohadas y vasos con bebidas. Sobre la pared, había un reloj de hielo.
Todo era muy hermoso. El edificio era algo asombroso de ver. La emperatriz dio el palacio como regalo a un príncipe que la había hecho enojar. Cuando llegó la primavera, el palacio de hielo se derritió, y el hermoso edificio se transformó en nada más que un gran charco de agua.
La Biblia nos dice que las cosas de nuestro mundo son temporarias. Quizá te gustaría tener más dinero, una computadora más rápida, una casa más grande o ropa más cara. Pero, no te concentres en las cosas materiales. Al final, estas serán como el palacio de hielo, que se derritió hasta llegar a convertirse en nada.
En lugar de eso, concéntrate en Jesús. Mantén tus pensamientos en las cosas del cielo; comparte el amor y la esperanza de la vida eterna con otros. La Biblia dice: "Así que no nos fijamos en lo visible sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno".
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson