Porque aún un poco y el que ha de venir vendrá, y no tardara. (Génesis 6:14)
Aguardaban muchas sorpresas a aquel hombre que comenzaba de nuevo su vida desde cero. Su hijo había crecido sin conocer a su padre. Su esposa lo había esperado durante 16 largos años, pero ahora esperaba un bebé de su nuevo marido. La alarmante noticia llegó a oídos de ella para desestabilizarla. La mujer no se atrevió a ir a ver a aquel hombre al que tanto había esperado, y su hijo no pudo sobreponerse al trauma, por lo que se mostraba insensible al amor de su padre.
¿Qué sucede en nuestra vida? ¿No resulta a veces tan dramática como la de esta familia? El versículo de hoy nos dice que debemos esperar un poquito, aunque en realidad ese poquito se ha tornado en largos años. Anhelamos que nuestro Salvador regrese y acabe con el mal, pero el poquito de. Dios nos parece demasiado largo. ¿De qué le sirvió a aquella mujer esperar durante 16 años a su esposo, si cuando este despertó ella ya no estaba esperándolo? Sin juzgar a nadie, pues se trata de una situación sumamente difícil, quisiera hacer un paralelismo con el plano espiritual. La pregunta es obvia: ¿De qué nos sirve mantenernos durante tantos años esperando a Jesús, privándonos de «los placeres del mundo», si al final no estamos listas para recibirlo?
¿Llevas muchos años en la iglesia, esperando a tu Salvador? ¿Piensas que como eres joven aún quieres disfrutar de la vida? ¿Crees que todavía falta mucho para que el «poco» de Dios llegue a su fin? Cristo pone su mirada sobre ti. Hoy te está diciendo que quiere venir a tu vida.
Aquel hombre no lúe recibido por su familia como él esperaba. Ellos habían rehecho sus vidas lejos de él. Cristo también llega a tu vida porque quiere compartirla contigo. ¿Le dirás que tienes otro compromiso o lo dejarás tocio para estar con él?
Muy pronto Jesús aparecerá ante nuestros ojos. Para algunas de nosotras será algo tan traumático que no querrán ver su rostro, pero para otras será la victoria de nuestras vidas. ¿Estás lista para el encuentro con tu Dios?
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Aguardaban muchas sorpresas a aquel hombre que comenzaba de nuevo su vida desde cero. Su hijo había crecido sin conocer a su padre. Su esposa lo había esperado durante 16 largos años, pero ahora esperaba un bebé de su nuevo marido. La alarmante noticia llegó a oídos de ella para desestabilizarla. La mujer no se atrevió a ir a ver a aquel hombre al que tanto había esperado, y su hijo no pudo sobreponerse al trauma, por lo que se mostraba insensible al amor de su padre.
¿Qué sucede en nuestra vida? ¿No resulta a veces tan dramática como la de esta familia? El versículo de hoy nos dice que debemos esperar un poquito, aunque en realidad ese poquito se ha tornado en largos años. Anhelamos que nuestro Salvador regrese y acabe con el mal, pero el poquito de. Dios nos parece demasiado largo. ¿De qué le sirvió a aquella mujer esperar durante 16 años a su esposo, si cuando este despertó ella ya no estaba esperándolo? Sin juzgar a nadie, pues se trata de una situación sumamente difícil, quisiera hacer un paralelismo con el plano espiritual. La pregunta es obvia: ¿De qué nos sirve mantenernos durante tantos años esperando a Jesús, privándonos de «los placeres del mundo», si al final no estamos listas para recibirlo?
¿Llevas muchos años en la iglesia, esperando a tu Salvador? ¿Piensas que como eres joven aún quieres disfrutar de la vida? ¿Crees que todavía falta mucho para que el «poco» de Dios llegue a su fin? Cristo pone su mirada sobre ti. Hoy te está diciendo que quiere venir a tu vida.
Aquel hombre no lúe recibido por su familia como él esperaba. Ellos habían rehecho sus vidas lejos de él. Cristo también llega a tu vida porque quiere compartirla contigo. ¿Le dirás que tienes otro compromiso o lo dejarás tocio para estar con él?
Muy pronto Jesús aparecerá ante nuestros ojos. Para algunas de nosotras será algo tan traumático que no querrán ver su rostro, pero para otras será la victoria de nuestras vidas. ¿Estás lista para el encuentro con tu Dios?
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera