Encomienda a Jehová tu camino, confía en él y él hará. (Salmos 37:5).
A travesaba un duro momento de prueba y la vida parecía aplastarme. Humanamente no encontraba salida, hasta que llegó a mis oídos la letra de esta canción: «He esperado en ti, difícil sé que es. / Mi mente dice no, no es posible. / Te doy mi corazón, confiado está en ti. / Tú siempre has sido fiel, me has sostenido. / Y esperaré pacientemente. / Aunque la duda me atormente, / yo no confío con la mente, / lo hago con el corazón. /Y esperaré en la tormenta. / Aunque tardare tu respuesta, / yo confiaré en tu providencia. / Tú siempre tienes el control».
Mis lágrimas se desbordaron cual torrente impetuoso de una cascada sin fin. Dios conocía mis temores y mi aflicción. Él sí estaba al tanto de mi vida, solo que mis lágrimas no dejaban que yo viera su mano divina obrando en mi favor. Mil interrogantes se agolpaban como una inmensa colina frente a mí: « ¿Hasta cuándo, Señor, esperaré? ¿Hay alguna señal que me muestre que estás obrando en mi favor?». Mi mente era incapaz de hallar soluciones, porque está sujeta a la condición humana. Así que, como decía la canción, tenía que «esperar con el corazón». Pero mi corazón también está sujeto a la debilidad humana, por lo que me centré en la frase: «Tú siempre has sido fiel, me has sostenido». Pensando en esto me encontré con la omnipotencia de Dios, y mi corazón, fatigado de tanto gemir, halló descanso.
Mi corazón me aseguraba que podía descansar confiadamente en un Dios que había guiado mi vida desde antes de nacer. «¡Soy un milagro viviente de un Dios de amor!», me repetía una y otra vez. «Si él se ha preocupado por mí hasta ahora, es porque tiene un propósito para mi vida, y ningún obstáculo ni desgracia podrá impedir que lo cumpla».
Cuando enfrentes la prueba, el dolor, la enfermedad o la pérdida de algún ser querido, recuerda que Dios te sostiene, porque eres muy especial para él, y porque él tiene un propósito muy especial para ti.
Las pruebas son como un asiento donde nos sentamos a recordar el pasado y a proyectar el futuro.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
A travesaba un duro momento de prueba y la vida parecía aplastarme. Humanamente no encontraba salida, hasta que llegó a mis oídos la letra de esta canción: «He esperado en ti, difícil sé que es. / Mi mente dice no, no es posible. / Te doy mi corazón, confiado está en ti. / Tú siempre has sido fiel, me has sostenido. / Y esperaré pacientemente. / Aunque la duda me atormente, / yo no confío con la mente, / lo hago con el corazón. /Y esperaré en la tormenta. / Aunque tardare tu respuesta, / yo confiaré en tu providencia. / Tú siempre tienes el control».
Mis lágrimas se desbordaron cual torrente impetuoso de una cascada sin fin. Dios conocía mis temores y mi aflicción. Él sí estaba al tanto de mi vida, solo que mis lágrimas no dejaban que yo viera su mano divina obrando en mi favor. Mil interrogantes se agolpaban como una inmensa colina frente a mí: « ¿Hasta cuándo, Señor, esperaré? ¿Hay alguna señal que me muestre que estás obrando en mi favor?». Mi mente era incapaz de hallar soluciones, porque está sujeta a la condición humana. Así que, como decía la canción, tenía que «esperar con el corazón». Pero mi corazón también está sujeto a la debilidad humana, por lo que me centré en la frase: «Tú siempre has sido fiel, me has sostenido». Pensando en esto me encontré con la omnipotencia de Dios, y mi corazón, fatigado de tanto gemir, halló descanso.
Mi corazón me aseguraba que podía descansar confiadamente en un Dios que había guiado mi vida desde antes de nacer. «¡Soy un milagro viviente de un Dios de amor!», me repetía una y otra vez. «Si él se ha preocupado por mí hasta ahora, es porque tiene un propósito para mi vida, y ningún obstáculo ni desgracia podrá impedir que lo cumpla».
Cuando enfrentes la prueba, el dolor, la enfermedad o la pérdida de algún ser querido, recuerda que Dios te sostiene, porque eres muy especial para él, y porque él tiene un propósito muy especial para ti.
Las pruebas son como un asiento donde nos sentamos a recordar el pasado y a proyectar el futuro.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera