También el reino de los cielos es semejante a un buenas perlas. (Mateo 13:45).
Como leemos en el libro Palabras de Vida del Gran Maestro el comerciante representa a Cristo, que busca a sus hijos (ver página 90). Aunque pecadoras, somos valiosas a los ojos de Dios. Jesús lo demostró cuando vino a este mundo por nosotras, haciendo un sacrificio mayor que el que realiza aquel que desciende a las profundidades del mar en busca de perlas.
Las perlas son resultado del dolor, pues se forman cuando un grano de arena o un parásito entran en el interior de una ostra. En la parte interna de la concha se encuentra una sustancia llamada nácar. Cuando un objeto extraño o indeseable penetra al interior de la ostra, el nácar comienza a trabajar, cubriendo el objeto con capas y más capas para proteger indefenso de la ostra. Como resultado de este mecanismo de defensa, se va formando una preciosa perla. Una ostra que no ha sido herida no produce perlas.
¿Has recibido alguna herida? Entonces, produce una perla. ¿Cómo? No permitiendo que el resentimiento se acumule alrededor de tu herida, sino dejando que el amor de Cristo te cubra y te transforme en una valiosa joya. ¡Cuántas hay que son como ostras vacías! No porque no hayan sido heridas, sino porque no han sabido perdonar, comprender, aceptar, dejar el pasado atrás y permitir que el dolor se transformara en amor. Empieza a producir perlas en tu vida o, mejor aún, deja que tu vida se convierta en una hermosa perla.
«Los que reciben a Cristo mediante la fe serán considerados por el cielo como perlas preciosas por las cuales el mercader ha pagado un precio infinito [...]. Dios no podría haber expresado un mayor amor que el que demostró al dar al mundo el Hijo de su corazón [... ]. La felicidad presente y eterna del hombre consiste en aceptar el amor de Dios» (Exaltad a Jesús, p. 226).
Permite que Dios te convierta en una perla comprada a gran precio, que muy pronto refulgirá esplendorosa al lado de las doce puertas de perlas de la Nueva Jerusalén.
La mujer es una hermosa perla en las manos de su Creador.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Como leemos en el libro Palabras de Vida del Gran Maestro el comerciante representa a Cristo, que busca a sus hijos (ver página 90). Aunque pecadoras, somos valiosas a los ojos de Dios. Jesús lo demostró cuando vino a este mundo por nosotras, haciendo un sacrificio mayor que el que realiza aquel que desciende a las profundidades del mar en busca de perlas.
Las perlas son resultado del dolor, pues se forman cuando un grano de arena o un parásito entran en el interior de una ostra. En la parte interna de la concha se encuentra una sustancia llamada nácar. Cuando un objeto extraño o indeseable penetra al interior de la ostra, el nácar comienza a trabajar, cubriendo el objeto con capas y más capas para proteger indefenso de la ostra. Como resultado de este mecanismo de defensa, se va formando una preciosa perla. Una ostra que no ha sido herida no produce perlas.
¿Has recibido alguna herida? Entonces, produce una perla. ¿Cómo? No permitiendo que el resentimiento se acumule alrededor de tu herida, sino dejando que el amor de Cristo te cubra y te transforme en una valiosa joya. ¡Cuántas hay que son como ostras vacías! No porque no hayan sido heridas, sino porque no han sabido perdonar, comprender, aceptar, dejar el pasado atrás y permitir que el dolor se transformara en amor. Empieza a producir perlas en tu vida o, mejor aún, deja que tu vida se convierta en una hermosa perla.
«Los que reciben a Cristo mediante la fe serán considerados por el cielo como perlas preciosas por las cuales el mercader ha pagado un precio infinito [...]. Dios no podría haber expresado un mayor amor que el que demostró al dar al mundo el Hijo de su corazón [... ]. La felicidad presente y eterna del hombre consiste en aceptar el amor de Dios» (Exaltad a Jesús, p. 226).
Permite que Dios te convierta en una perla comprada a gran precio, que muy pronto refulgirá esplendorosa al lado de las doce puertas de perlas de la Nueva Jerusalén.
La mujer es una hermosa perla en las manos de su Creador.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera