«Soy como una lechuza del desierto, como un búho entre las ruinas» (Salmo 102:6).
¡Qué calor hace! Hoy vamos a caminar por el desierto. Está comenzando a oscurecer
¿Has oído ese zumbido? ¡Mira! Esa ave se está dirigiendo al suelo. Parece que ahora tiene algo en su pico. ¡Asombroso! Atrapó un ratón en la oscuridad. Ahora está volando de nuevo. Detente, lechuza, que vas a estrellarte contra ese...
¿Qué pasó? Voló directo a ese cactus pero no se estrelló, sino que se metió dentro de él. Si lees el versículo de hoy verás que me estoy refiriendo a la lechuza del desierto. Muchas lechuzas del desierto viven dentro de los cactus. Allí se mantienen calientes durante el invierno y frescas durante el verano. Lo mejor es que el ave ni siquiera tiene que agujerear el cactus para construir su casa. Ya un pájaro carpintero en busca de insectos lo hizo por ella. Imagínate ahora vivir dentro de algo tan pegajoso y espinoso. ¡Ay!
A veces la gente es «pegajosa y espinosa». Hay quienes hacen cosas para herir a otros a propósito, Jesús quiere que nosotros entremos en sus corazones siendo bondadosos con ellos. Vuela con las alas de la bondad, entra en el corazón de aquellos que son espinosos y deja que Dios te use para quitarles las espinas y dejarlos tan suaves como el terciopelo.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush