No está aquí, pues ha resucitado, como dijo, Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. (Mateo 28:6).
¿Te gustaría vivir en un cementerio? ¿Te imaginas despertarte cada mañana o irte a dormir cada noche con los nudos propios de un cortejo fúnebre? Parece aterrador, ¿verdad? Sin embargo, hay en nuestros días más de medio millón de personas que viven entre las tumbas y los mausoleos de la Ciudad de los Muertos, nombre con el que se conoce a dos cementerios gemelos localizados en la periferia de la populosa ciudad de El Cairo.
El texto de hoy también nos habla de un sepulcro, pero muy diferente. Un sepulcro que, aunque vacío, infunde presencia y vida. Un sepulcro que, sin ser una protección contra invasiones territoriales, se ha convertido en el símbolo de victoria sobre la muerte y las invasiones satánicas. Ese sepulcro que infunde paz, esperanza y vida es el que nos permite pensar en un futuro glorioso. En medio de un mundo que se autodestruye, ese sepulcro enciende una luz en la oscuridad, y nos proporciona un hogar donde morar.
Las palabras pronunciadas por el ángel a las mujeres aquel día glorioso resuenan todavía hoy en nuestros oídos diciéndonos: «Para ti, mujer moderna, que vienes a encontrarte con el Hijo de Dios, hay una tumba vacía, un sepulcro libre de muerte, enfermedad, dolor y separación. Para ti hay un lugar hermoso, fuera de las aglomeraciones urbanas, lejos de las carencias económicas, lejos de la enfermedad, de la traición, del engaño. Para ti hay un reposo divino en los brazos de ese Jesús que vive y permanece por los siglos. Para ti, que lees esta meditación, así como para mí que la escribo, hay un Cristo que ha dejado la tumba vacía, porque está preparándonos una mansión eterna».
¡Qué mensaje tan maravilloso! Cristo no permaneció en la tumba, sitió que vive y llevará con él a todos lo que anhelen y busquen su presencia. Esa tumba vacía es la razón de ser de nuestra esperanza, la prueba de su resurrección. ¿Eres tú una de esas mujeres que anhela vivir al lado de Jesús?
El sepulcro vacío es una garantía de la tierra nueva.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
¿Te gustaría vivir en un cementerio? ¿Te imaginas despertarte cada mañana o irte a dormir cada noche con los nudos propios de un cortejo fúnebre? Parece aterrador, ¿verdad? Sin embargo, hay en nuestros días más de medio millón de personas que viven entre las tumbas y los mausoleos de la Ciudad de los Muertos, nombre con el que se conoce a dos cementerios gemelos localizados en la periferia de la populosa ciudad de El Cairo.
El texto de hoy también nos habla de un sepulcro, pero muy diferente. Un sepulcro que, aunque vacío, infunde presencia y vida. Un sepulcro que, sin ser una protección contra invasiones territoriales, se ha convertido en el símbolo de victoria sobre la muerte y las invasiones satánicas. Ese sepulcro que infunde paz, esperanza y vida es el que nos permite pensar en un futuro glorioso. En medio de un mundo que se autodestruye, ese sepulcro enciende una luz en la oscuridad, y nos proporciona un hogar donde morar.
Las palabras pronunciadas por el ángel a las mujeres aquel día glorioso resuenan todavía hoy en nuestros oídos diciéndonos: «Para ti, mujer moderna, que vienes a encontrarte con el Hijo de Dios, hay una tumba vacía, un sepulcro libre de muerte, enfermedad, dolor y separación. Para ti hay un lugar hermoso, fuera de las aglomeraciones urbanas, lejos de las carencias económicas, lejos de la enfermedad, de la traición, del engaño. Para ti hay un reposo divino en los brazos de ese Jesús que vive y permanece por los siglos. Para ti, que lees esta meditación, así como para mí que la escribo, hay un Cristo que ha dejado la tumba vacía, porque está preparándonos una mansión eterna».
¡Qué mensaje tan maravilloso! Cristo no permaneció en la tumba, sitió que vive y llevará con él a todos lo que anhelen y busquen su presencia. Esa tumba vacía es la razón de ser de nuestra esperanza, la prueba de su resurrección. ¿Eres tú una de esas mujeres que anhela vivir al lado de Jesús?
El sepulcro vacío es una garantía de la tierra nueva.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera