«Un samarítano que iba de viaje llegó a donde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él», Lucas 10:33.
Tú: ¿Qué tal? ¡Buenos días!
Samaritano: Hola... ¿te conozco?
Tú: Es la primera vez que te escribo, quería platicar contigo.
Samaritano: Pues, mucho gusto... ¿de qué quieres platicar?
Tú: Acabo de ver una película basada en tu historia.
Samaritano: ¿Ah, sí? Y, ¿qué tal?
Tú: Me impresionó ver cómo arriesgaste tu vida por salvar a ese hombre herido, aunque me gustaría más que tú me contaras lo que pasó. Samaritano: Pues mira, yo estaba realizando un viaje muy importante. Tenía el tiempo justo para llegar a la cita. Ya había avanzado una buena parte del camino, cuando de repente alcancé a ver ahí lejos a una persona tirada en el suelo. Yo sabía que ese era un camino muy peligroso, y era mejor que no me detuviera, pero al ver al hombre tuve compasión de él. Tal vez era un padre que sus hijos esperaban. O un hijo que esperaban sus padres ansiosamente.
Tú: De seguro estabas muy sorprendido.
Samaritano: Sí, era una situación muy complicada. Pero afortunadamente llevaba aceite para curarle las heridas, y tenía suficiente dinero para llevarlo a un lugar donde lo cuidaran.
Tú: Esa sí que es compasión.
Samaritano: Si fuéramos más compasivos con los demás no habría tanto sufrimiento. Siempre hay que ayudar a los que lo necesiten.
Tú: Pues tú dejaste un ejemplo bastante bueno.
Samaritano: Un consejo antes de despedirnos: Aprende todo lo bueno que puedas.
Tomado de meditaciones matinales para menores
Conéctate con Jesús
Por Noemí Gil Gálvez
Un espacio donde podras disfrutar de reflexiones cristianas, Bienvenidos y Bienvenidas!!!
miércoles, 9 de febrero de 2011
CONSTRUYENDO CON FRACASOS LA VICTORIA
Moisés contó a su suegro todas las cosas que Jehová había hecho al faraón y a los egipcios por amor de Israel, todo el trabajo que habían pasado en el camino y cómo los había librado Jehová . (Éxodo 18:8).
La experiencia se va nutriendo de un cúmulo de situaciones que enfrentamos a diario y que van conformando nuestra existencia, haciendo de nosotras personas distintas, no solo físicamente, sino en nuestro modo de entender la vida. Hay quien dice que la experiencia se adquiere cuando ya no la necesitamos, y hasta cierto punto eso es cierto, pero solo hasta cierto punto.
A medida que pasa el tiempo, vamos enfrentando nuevos retos y conquistando nuevas metas, no importa cuan mayores seamos. En esa carrera que se llama vida, no debemos desaprovechar lo ya adquirido a la hora de enfrentar nuevos desafíos. Si nos detenemos a analizar cada paso de nuestra jornada diaria, nos daremos cuenta de que cada vez estamos más «equipadas» para tomar decisiones acertadas. La suma del conocimiento y la confianza adquiridos, unida a la dependencia total de Dios que llega con la experiencia, no solo nos enriquecen a nosotras, sino a aquellos con quienes podemos compartirlas y que, a su vez, también atraviesan momentos similares a los nuestros.
En cierta ocasión se me acercó una mujer y, muy abatida, se desahogó contándome las vicisitudes por las cuales estaba pasando. Mientras hablaba, mi vida iba pasando delante de mi como una película. Yo también había vivido situaciones similares. Entonces, cuando terminó de hablar y dejó llorar, la miré y, con una sonrisa consoladora, le dije: «Todas tenemos experiencias como para escribir un libro. Yo llevo varios años escribiéndolo, tú apenas estás comenzando. Lo importante no es la cantidad de cosas que escribimos en él, sino cómo convertimos nuestros aparentes fracasos en victorias».
Seguramente tú también tienes mucho que contar. Cualquiera que sea tu situación, no te detengas a llorar, porque tus lágrimas pueden empañar la página que escribes. Mira por un momento a Cristo y, como Moisés, cuéntales a otras todo lo que el Eterno ha hecho en tu vida y cómo te ha librado de sucumbir en el mar de la desesperación.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
La experiencia se va nutriendo de un cúmulo de situaciones que enfrentamos a diario y que van conformando nuestra existencia, haciendo de nosotras personas distintas, no solo físicamente, sino en nuestro modo de entender la vida. Hay quien dice que la experiencia se adquiere cuando ya no la necesitamos, y hasta cierto punto eso es cierto, pero solo hasta cierto punto.
A medida que pasa el tiempo, vamos enfrentando nuevos retos y conquistando nuevas metas, no importa cuan mayores seamos. En esa carrera que se llama vida, no debemos desaprovechar lo ya adquirido a la hora de enfrentar nuevos desafíos. Si nos detenemos a analizar cada paso de nuestra jornada diaria, nos daremos cuenta de que cada vez estamos más «equipadas» para tomar decisiones acertadas. La suma del conocimiento y la confianza adquiridos, unida a la dependencia total de Dios que llega con la experiencia, no solo nos enriquecen a nosotras, sino a aquellos con quienes podemos compartirlas y que, a su vez, también atraviesan momentos similares a los nuestros.
En cierta ocasión se me acercó una mujer y, muy abatida, se desahogó contándome las vicisitudes por las cuales estaba pasando. Mientras hablaba, mi vida iba pasando delante de mi como una película. Yo también había vivido situaciones similares. Entonces, cuando terminó de hablar y dejó llorar, la miré y, con una sonrisa consoladora, le dije: «Todas tenemos experiencias como para escribir un libro. Yo llevo varios años escribiéndolo, tú apenas estás comenzando. Lo importante no es la cantidad de cosas que escribimos en él, sino cómo convertimos nuestros aparentes fracasos en victorias».
Seguramente tú también tienes mucho que contar. Cualquiera que sea tu situación, no te detengas a llorar, porque tus lágrimas pueden empañar la página que escribes. Mira por un momento a Cristo y, como Moisés, cuéntales a otras todo lo que el Eterno ha hecho en tu vida y cómo te ha librado de sucumbir en el mar de la desesperación.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
¡CUIDADO CON ABUSAR DE LA AMISTAD!
Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas. Mateo 7:12.
Debido a que la amistad representa una inversión de confianza entre dos personas, es importante establecer ciertos límites que reflejen nuestros principios como individuos. ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar para mantener la amistad? ¿Seré capaz de respetar las decisiones de mi amigo o amiga, aunque contradigan mi opinión? ¿Qué puedo hacer cuando mi amigo abusa de nuestra amistad?
Sandra no había tenido un buen año de estudio y tenía que retomar las materias del año anterior. En ese nuevo año conoció a Cristina, una alumna nueva en el colegio, que se unió a ella y formaron rápidamente una amistad. En poco tiempo Cristina mostró que el estudio no era su punto fuerte y comenzó a exigirle a Sandra (que recordaba mucho del año anterior) que le permitiera copiar en los exámenes. Sandra dudó una y otra vez, pero al final accedió. A partir de ese momento Cristina copiaba en todos los exámenes, y Sandra llegó a mi oficina para plantearme esta situación: "Si le permito que continúe copiando, me siento mal porque sé que no está bien; pero si llego a decirle lo que pienso, tengo miedo de perderla como amiga, y realmente la quiero mucho. ¿Qué me aconseja que haga?"
Quiero abordar ambas partes en la relación. Si alguna vez te encuentras en el caso de Sandra, habla con franqueza y sinceridad al amigo o a la amiga que en nombre de la amistad te está llevando por caminos que tu conciencia se niega a transitar. Procura que entre en razón, que atienda tu punto de vista, y si realmente se siente tu amigo o amiga, te respete en lo que piensas.
Si estás viviendo el caso de Cristina, debes replantearte qué haría Jesús en tu lugar. Nuestro Salvador jamás obligó ni extorsionó a nadie en nombre de la amistad para sacar un provecho personal. Todo lo contrario, se sacrificó para que todos, incluso quienes lo odiaron, fueran beneficiados por su ayuda. Por lo tanto, considera la opinión de quien está a tu lado, no la menosprecies, los amigos de verdad saben respetar aunque estén en desacuerdo.
Con toda sabiduría el Señor expresó: "Así que, todas la cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos", y una buena amistad está fundamentada sobre esta base. No tiene sentido si uno exige rectitud, respeto y compromiso pero no está dispuesto a darlo. Por eso, en este día, pídele a Dios que te permita vivir a la luz de este principio, y tú serás el más beneficiado.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela
Debido a que la amistad representa una inversión de confianza entre dos personas, es importante establecer ciertos límites que reflejen nuestros principios como individuos. ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar para mantener la amistad? ¿Seré capaz de respetar las decisiones de mi amigo o amiga, aunque contradigan mi opinión? ¿Qué puedo hacer cuando mi amigo abusa de nuestra amistad?
Sandra no había tenido un buen año de estudio y tenía que retomar las materias del año anterior. En ese nuevo año conoció a Cristina, una alumna nueva en el colegio, que se unió a ella y formaron rápidamente una amistad. En poco tiempo Cristina mostró que el estudio no era su punto fuerte y comenzó a exigirle a Sandra (que recordaba mucho del año anterior) que le permitiera copiar en los exámenes. Sandra dudó una y otra vez, pero al final accedió. A partir de ese momento Cristina copiaba en todos los exámenes, y Sandra llegó a mi oficina para plantearme esta situación: "Si le permito que continúe copiando, me siento mal porque sé que no está bien; pero si llego a decirle lo que pienso, tengo miedo de perderla como amiga, y realmente la quiero mucho. ¿Qué me aconseja que haga?"
Quiero abordar ambas partes en la relación. Si alguna vez te encuentras en el caso de Sandra, habla con franqueza y sinceridad al amigo o a la amiga que en nombre de la amistad te está llevando por caminos que tu conciencia se niega a transitar. Procura que entre en razón, que atienda tu punto de vista, y si realmente se siente tu amigo o amiga, te respete en lo que piensas.
Si estás viviendo el caso de Cristina, debes replantearte qué haría Jesús en tu lugar. Nuestro Salvador jamás obligó ni extorsionó a nadie en nombre de la amistad para sacar un provecho personal. Todo lo contrario, se sacrificó para que todos, incluso quienes lo odiaron, fueran beneficiados por su ayuda. Por lo tanto, considera la opinión de quien está a tu lado, no la menosprecies, los amigos de verdad saben respetar aunque estén en desacuerdo.
Con toda sabiduría el Señor expresó: "Así que, todas la cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos", y una buena amistad está fundamentada sobre esta base. No tiene sentido si uno exige rectitud, respeto y compromiso pero no está dispuesto a darlo. Por eso, en este día, pídele a Dios que te permita vivir a la luz de este principio, y tú serás el más beneficiado.
Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela
CONFORME A TU PALABRA
Entonces María dijo: He aquí la sierra del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia. Lucas 1:38.
Una de las personas más conocidas del planeta es María, la madre de Jesús. La niña sencilla, de 16 años, que un día dispuso su vida al servicio de Dios, se convirtió en una persona admirada y seguida en los cuatro extremos de la tierra. Su nombre atraviesa tiempo, cultura, raza e idioma. Brilla en la memoria y en las emociones de millones de seres humanos.
No corrió detrás de la fama; no buscó gloria. Quiso únicamente servir: "He aquí la sierva del Señor", dijo, "hágase conforme a tu palabra". Y, sin embargo, es reverenciada por todas las generaciones.
"Dios da barba a quien no tiene quijada", me decía, un día de esos, Anny. Su sueño era ser estrella de televisión, y pensaba que yo podría ayudarla de alguna forma. "Usted conoce mucha gente", me dijo, con un brillo de expectativa en los ojos. "He luchado, he tocado puertas, me he esforzado. Pero estoy lejos de ver mi sueño hecho realidad. ¿Por qué personas que no quieren ser famosas consiguen todo?"
Quizá sea por eso, Anny. Sin duda es por eso. La fama, el dinero, el poder, el prestigio no pueden ser el objetivo de la vida. La verdadera motivación debe ser el servicio; lo demás es consecuencia.
Si haces de tu vida una obsesión por alcanzar cosas, puedes incluso conseguirlas; pero ¿de qué te valen? Continuarás insatisfecha y vacía. Correrás, entonces, detrás de las sensaciones alucinantes del placer, pensando que es eso lo que falta para llenar el vacío de tu corazón. Y, un día, descubrirás que desperdiciaste los mejores años de tu vida corriendo en pos de pompitas de jabón. Ilusión. Espejismo. Sentirás un sabor amargo en la boca. Sabor de derrota. Tristeza obsesiva. Depresión.
La pureza, la simplicidad y la humildad de una niña como María nos enseñan el secreto del éxito. Hoy, los grandes profesores de Liderazgo escriben acerca del "líder siervo"; parece el gran descubrimiento de la última década. Se habla y se enseña sobre cómo desarrollar la inteligencia emocional. Las empresas envían a sus ejecutivos a asistir a seminarios, para que aprendan algo que la virgen María, con su actitud desprovista de pretensiones, enseñó siglos atrás.
Por eso hoy, antes de salir en búsqueda de tus sueños, detente y piensa. ¿Cuáles son tus motivaciones? Al hacerlo, reflexiona en la virgen María, que respondió: "He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra".
Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón
Una de las personas más conocidas del planeta es María, la madre de Jesús. La niña sencilla, de 16 años, que un día dispuso su vida al servicio de Dios, se convirtió en una persona admirada y seguida en los cuatro extremos de la tierra. Su nombre atraviesa tiempo, cultura, raza e idioma. Brilla en la memoria y en las emociones de millones de seres humanos.
No corrió detrás de la fama; no buscó gloria. Quiso únicamente servir: "He aquí la sierva del Señor", dijo, "hágase conforme a tu palabra". Y, sin embargo, es reverenciada por todas las generaciones.
"Dios da barba a quien no tiene quijada", me decía, un día de esos, Anny. Su sueño era ser estrella de televisión, y pensaba que yo podría ayudarla de alguna forma. "Usted conoce mucha gente", me dijo, con un brillo de expectativa en los ojos. "He luchado, he tocado puertas, me he esforzado. Pero estoy lejos de ver mi sueño hecho realidad. ¿Por qué personas que no quieren ser famosas consiguen todo?"
Quizá sea por eso, Anny. Sin duda es por eso. La fama, el dinero, el poder, el prestigio no pueden ser el objetivo de la vida. La verdadera motivación debe ser el servicio; lo demás es consecuencia.
Si haces de tu vida una obsesión por alcanzar cosas, puedes incluso conseguirlas; pero ¿de qué te valen? Continuarás insatisfecha y vacía. Correrás, entonces, detrás de las sensaciones alucinantes del placer, pensando que es eso lo que falta para llenar el vacío de tu corazón. Y, un día, descubrirás que desperdiciaste los mejores años de tu vida corriendo en pos de pompitas de jabón. Ilusión. Espejismo. Sentirás un sabor amargo en la boca. Sabor de derrota. Tristeza obsesiva. Depresión.
La pureza, la simplicidad y la humildad de una niña como María nos enseñan el secreto del éxito. Hoy, los grandes profesores de Liderazgo escriben acerca del "líder siervo"; parece el gran descubrimiento de la última década. Se habla y se enseña sobre cómo desarrollar la inteligencia emocional. Las empresas envían a sus ejecutivos a asistir a seminarios, para que aprendan algo que la virgen María, con su actitud desprovista de pretensiones, enseñó siglos atrás.
Por eso hoy, antes de salir en búsqueda de tus sueños, detente y piensa. ¿Cuáles son tus motivaciones? Al hacerlo, reflexiona en la virgen María, que respondió: "He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra".
Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón
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