Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo (Efesios 4: 15).
Don Luis llegó al consultorio remitido por el cardiólogo, que estaba cansado de atenderlo, ya que no pasaba ni una hora sin que le llamara por teléfono. Era un hombre de 60 años muy demandante y lo peor del caso es que no estaba enfermo. Su esposa mostraba fastidio, pues tenía que bañarse a la misma hora que su esposo, ya que don Luis no quería estar solo ni un momento. Al comienzo de la consulta don Luis dijo: «Doctora, soy uno de los hombres más adinerados de esta ciudad, le voy a pagar lo que sea pero yo no puedo venir a su consultorio, usted tendrá que ir a mi casa y estar disponible para apoyarme a mí y a mi esposa las 24 horas al día». Por supuesto no accedí a sus exigencias y aceptó molesto las reglas. A los seis meses le di de alta. El dinero que tenía no lo hizo feliz. Lo único que ayudó a recuperarse fue cuando logramos que su esposa y sus hijos le proveyeran de cariño, al mismo tiempo que ellos aprendían a conocer a Jesús. Don Luis padecía una enfermedad denominada Síndrome de Mauchaser y se desarrolla en personas que en la infancia no recibieron expresiones de cariño, sino que vivieron una relación hostil, por lo que buscan llamar la atención por medio de enfermedades ficticias para hacerse sentir atendidos y amados por alguien. Como pacientes son demandantes. Esto Dios lo señaló hace tiempo a través de la Biblia y el espíritu de profecía: «La verdadera madre cristiana no ahuyentará a sus hijos de su presencia por su irritación y falta de amor y simpatía» (El hogar cristiano, p. 217); «Su sonrisa y estímulo pueden ser la fuerza que inspire. Puede comunicar alegría al corazón de su hijito mediante una palabra de amor o una sonrisa» (ibíd., p. 215). •
Don Luis llegó al consultorio remitido por el cardiólogo, que estaba cansado de atenderlo, ya que no pasaba ni una hora sin que le llamara por teléfono. Era un hombre de 60 años muy demandante y lo peor del caso es que no estaba enfermo. Su esposa mostraba fastidio, pues tenía que bañarse a la misma hora que su esposo, ya que don Luis no quería estar solo ni un momento. Al comienzo de la consulta don Luis dijo: «Doctora, soy uno de los hombres más adinerados de esta ciudad, le voy a pagar lo que sea pero yo no puedo venir a su consultorio, usted tendrá que ir a mi casa y estar disponible para apoyarme a mí y a mi esposa las 24 horas al día». Por supuesto no accedí a sus exigencias y aceptó molesto las reglas. A los seis meses le di de alta. El dinero que tenía no lo hizo feliz. Lo único que ayudó a recuperarse fue cuando logramos que su esposa y sus hijos le proveyeran de cariño, al mismo tiempo que ellos aprendían a conocer a Jesús. Don Luis padecía una enfermedad denominada Síndrome de Mauchaser y se desarrolla en personas que en la infancia no recibieron expresiones de cariño, sino que vivieron una relación hostil, por lo que buscan llamar la atención por medio de enfermedades ficticias para hacerse sentir atendidos y amados por alguien. Como pacientes son demandantes. Esto Dios lo señaló hace tiempo a través de la Biblia y el espíritu de profecía: «La verdadera madre cristiana no ahuyentará a sus hijos de su presencia por su irritación y falta de amor y simpatía» (El hogar cristiano, p. 217); «Su sonrisa y estímulo pueden ser la fuerza que inspire. Puede comunicar alegría al corazón de su hijito mediante una palabra de amor o una sonrisa» (ibíd., p. 215). •
Patricia Quintos de Gómez
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.