domingo, 25 de diciembre de 2011

¡FELIZ NAVIDAD!

Él dijo: «El que uso de misericordia con él». Entonces Jesús le dijo «Ve has tú lo mismo». (Lucas 10:37)

Una vieja capilla conservaba la leyenda de que su enorme campanario una vez había sonado como agradecimiento a una valiosa ofrenda navideña. Durante mucho tiempo los habitantes de aquel lugar habían esperado que un día sus campanas llenaran de nuevo la noche navideña con su música. Se decía que el silencio de las campanas se debía a que nunca más se había llevado al templo otra ofrenda como aquella, que fuera lo suficientemente buena como para que las campanas tocaran de nuevo en agradecimiento.
Como cada año todos estaban haciendo preparativos para llevar una ofrenda especial el 25 de diciembre, con la esperanza de que alguna de ellas lograra hacer sonar nuevamente las campanas. Walter y Jaime habían recolectado unas cuantas monedas y deseaban que llegara el momento emocionante en el que todos desfilaban por el enorme pasillo del templo. Por fin llegó el día. La nieve caía implacablemente, cubriendo todo de un grueso manto blanco. Los dos muchachos salieron con suficiente tiempo como para ocupar un lugar desde el que pudieran verlo todo y al mismo tiempo depositar su humilde ofrenda.
Mientras se dirigían al templo, Walter oyó a alguien que pedía auxilio. Aunque sabía que si se detenía llegaría larde, le dijo a su compañero que continuara mientras él ayudaba al necesitado. El hombre estaba herido y le fue muy difícil a Walter llevarlo hasta la posada para que fuera atendido. Cuando logró llegar a la capilla ya todo el mundo había depositado sus ofrendas. Él, pasando entre la multitud, depositó sus pocas monedas, cuando algo lo dejó paralizado. De repente sintió que todas las miradas se clavaban en él, unas con incredulidad, otras con asombro, muchas con lágrimas. Las campanas estaban sonando. Imitar a Jesús era la clave.
Cuando imitas a Jesús nace en ti el verdadero espíritu de la Navidad y en el cielo se escuchan las campanas de júbilo, porque Cristo es así revelado a la humanidad.
Dar tu vida en servicio a Dios y a la humanidad es el culto que Dios pide de ti. Que tengas una muy feliz Navidad.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

RESCATADOS DEL PECADO PARA SIEMPRE

Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan. Hebreos 9:28.

Cuando Adán y Eva pecaron, no lograron comprender la magnitud de su transgresión. La advertencia dada por Dios era que al comer del árbol de la ciencia del bien y del mal ellos morirían, pero había mucho más que lamentar en el nuevo orden mundial gobernado por Satanás.
Durante miles de años, el hombre ha sido víctima de sus líderes terrenales. Guerras de toda clase y por cualquier motivo han ensangrentado el mundo a lo largo de la historia. Hombres que jamás hubieran alzado su mano contra otro, de pronto se encuentran segando las vidas de sus semejantes.
La sociedad, que debería amparar a sus miembros más empobrecidos, sobre todo en las grandes ciudades, se ha vuelto peligrosa. Todo tipo de forajidos, ladrones y asesinos andan sueltos por doquier, atropellando a los inocentes. El hogar, creado por Dios para deleite y felicidad de sus integrantes, se ha convertido en escenario de reproches, insultos, peleas y toda clase de agresión física y verbal. Niños y adolescentes que podrían haber encontrado refugio seguro dentro de sus familias, prefieren huir de ellas para obtener algo de paz y sentido de pertenencia.
A causa de los estragos del pecado, se hizo necesaria la creación de centros para recuperar la salud, pues son tantas las enfermedades que aquejan a la raza humana, que las mismas llenarían libros solo si se las nombrara. Enfermedades infecciosas, degenerativas, pestilentes y mortales han oprimido a los habitantes del mundo durante miles de años.
La segunda venida de Cristo será "sin relación con el pecado" para instalar un nuevo orden mundial. En ese nuevo orden no habrá guerras ni ninguna clase de enfrentamientos entre las criaturas de Dios. Se podrá caminar por cualquier lugar sin peligro de ser asaltado o asesinado, porque habrá seguridad. Las llaves, cerrojos y alarmas dejarán de usarse, pues nadie intentará tomar lo ajeno. El hogar volverá a su designio original: un lugar de paz y amor para cada uno de sus integrantes. Los habitantes de la Canaán celestial gozarán de plena salud, y vivirán por la eternidad con vigor juvenil.
Cristo "aparecerá por segunda vez... para salvar a los que le esperan". Volverá para embellecer tu vida y para darte bendiciones que no imaginas, si tan solo te alistas para recibirlo.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

EL PRESENTE

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros [y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre], lleno de gracia y de verdad. Juan 1:14.

¡Noche de Navidad! Un niño da vueltas en la cama, de un lado para el otro. Quiere dormir o, mejor dicho, intenta dormir, aparenta que duerme. Pero, el sueño no viene. ¿Quién podría dormir, dominado por la ansiedad y la expectativa?
El niño espera. Sabe que alguien entrará en su cuarto en cualquier momento, y colocará un juguete en su cabecera. Al día siguiente, sus padres le dirán que fue el Viejito navideño, Papá Noel, quien dejó el presente. Es medianoche. Los hermanos menores duermen. El silencio y la penumbra dominan la casa. Suspenso... Entre las sombras, provocadas por la luz mortecina de una simple vela, el niño ve entrar a una persona. Su corazón parece que se le va a salir por la boca: late escandalosamente; hace mucho ruido, demasiado ruido para un momento tan solemne como aquel. El niño reconoce a la persona: es su padre. El hombre de figura fina, bajo de estatura, duro como el roble, camina en puntillas de pie, para no despertar a sus hijos. Y lentamente, con cariño, casi con ternura -un cariño y una ternura que no condicen con su rostro severo-, va colocando un juguete en la cabecera de cada hijo. Después, se retira del cuarto, como una sombra misteriosa que desaparece cuando sale el sol.
El niño era yo. En aquellos tiempos, la Navidad tenía un sabor diferente, para mí. Hoy, creo que la Navidad fue establecida para los niños; tal vez, porque se la relaciona con regalos y presentes, juguetes y dulces. Pero cada Navidad, por algún motivo, no acuden a mi memoria los juguetes ni las luces; ni siquiera los panes dulces o el chocolate con leche, que hervían en la cocina a leña. Me acuerdo de mis viejos padres; del cariño que tenían por sus hijos; de su esfuerzo por brindarles una Navidad feliz. Y entonces pienso en el amor de Dios, el Padre de los seres humanos; y pienso, también, en el presente maravilloso que nos dio, en la persona de su Hijo. No lo envolvió en papel colorido. Lo hizo ser humano; lo envolvió en carne, y lo hizo nacer como un sencillo niño, en un pesebre humilde.
¿Para qué? Para morir: era la única manera de salvar al ser humano. ¿Qué harás con ese Presente? Piensa: "Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón