Él dijo: «El que uso de misericordia con él». Entonces Jesús le dijo «Ve has tú lo mismo». (Lucas 10:37)
Una vieja capilla conservaba la leyenda de que su enorme campanario una vez había sonado como agradecimiento a una valiosa ofrenda navideña. Durante mucho tiempo los habitantes de aquel lugar habían esperado que un día sus campanas llenaran de nuevo la noche navideña con su música. Se decía que el silencio de las campanas se debía a que nunca más se había llevado al templo otra ofrenda como aquella, que fuera lo suficientemente buena como para que las campanas tocaran de nuevo en agradecimiento.
Como cada año todos estaban haciendo preparativos para llevar una ofrenda especial el 25 de diciembre, con la esperanza de que alguna de ellas lograra hacer sonar nuevamente las campanas. Walter y Jaime habían recolectado unas cuantas monedas y deseaban que llegara el momento emocionante en el que todos desfilaban por el enorme pasillo del templo. Por fin llegó el día. La nieve caía implacablemente, cubriendo todo de un grueso manto blanco. Los dos muchachos salieron con suficiente tiempo como para ocupar un lugar desde el que pudieran verlo todo y al mismo tiempo depositar su humilde ofrenda.
Mientras se dirigían al templo, Walter oyó a alguien que pedía auxilio. Aunque sabía que si se detenía llegaría larde, le dijo a su compañero que continuara mientras él ayudaba al necesitado. El hombre estaba herido y le fue muy difícil a Walter llevarlo hasta la posada para que fuera atendido. Cuando logró llegar a la capilla ya todo el mundo había depositado sus ofrendas. Él, pasando entre la multitud, depositó sus pocas monedas, cuando algo lo dejó paralizado. De repente sintió que todas las miradas se clavaban en él, unas con incredulidad, otras con asombro, muchas con lágrimas. Las campanas estaban sonando. Imitar a Jesús era la clave.
Cuando imitas a Jesús nace en ti el verdadero espíritu de la Navidad y en el cielo se escuchan las campanas de júbilo, porque Cristo es así revelado a la humanidad.
Dar tu vida en servicio a Dios y a la humanidad es el culto que Dios pide de ti. Que tengas una muy feliz Navidad.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Una vieja capilla conservaba la leyenda de que su enorme campanario una vez había sonado como agradecimiento a una valiosa ofrenda navideña. Durante mucho tiempo los habitantes de aquel lugar habían esperado que un día sus campanas llenaran de nuevo la noche navideña con su música. Se decía que el silencio de las campanas se debía a que nunca más se había llevado al templo otra ofrenda como aquella, que fuera lo suficientemente buena como para que las campanas tocaran de nuevo en agradecimiento.
Como cada año todos estaban haciendo preparativos para llevar una ofrenda especial el 25 de diciembre, con la esperanza de que alguna de ellas lograra hacer sonar nuevamente las campanas. Walter y Jaime habían recolectado unas cuantas monedas y deseaban que llegara el momento emocionante en el que todos desfilaban por el enorme pasillo del templo. Por fin llegó el día. La nieve caía implacablemente, cubriendo todo de un grueso manto blanco. Los dos muchachos salieron con suficiente tiempo como para ocupar un lugar desde el que pudieran verlo todo y al mismo tiempo depositar su humilde ofrenda.
Mientras se dirigían al templo, Walter oyó a alguien que pedía auxilio. Aunque sabía que si se detenía llegaría larde, le dijo a su compañero que continuara mientras él ayudaba al necesitado. El hombre estaba herido y le fue muy difícil a Walter llevarlo hasta la posada para que fuera atendido. Cuando logró llegar a la capilla ya todo el mundo había depositado sus ofrendas. Él, pasando entre la multitud, depositó sus pocas monedas, cuando algo lo dejó paralizado. De repente sintió que todas las miradas se clavaban en él, unas con incredulidad, otras con asombro, muchas con lágrimas. Las campanas estaban sonando. Imitar a Jesús era la clave.
Cuando imitas a Jesús nace en ti el verdadero espíritu de la Navidad y en el cielo se escuchan las campanas de júbilo, porque Cristo es así revelado a la humanidad.
Dar tu vida en servicio a Dios y a la humanidad es el culto que Dios pide de ti. Que tengas una muy feliz Navidad.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera