Lugar: Francia
Palabra de Dios: 1 Reyes 17:6.
Gritando de dolor, Mauricio se desplomó en el suelo. Un pedazo de metralla le había dado. Ahora estaba demasiado lastimado como poder levantarse y moverse, y los médicos no podían llegar hasta donde él estaba, por causa de la batalla que se desarrollaba a su alrededor.
Cayó la noche, y Mauricio tuvo que pasarla en un pequeño agujero en el piso. Se sentía débil por la pérdida de sangre y por no haber comido en todo el día. Entonces, pensó en el bocado de comida que tenía en su bolso. Si tan solo tuviera la fuerza para rodar y abrir el bolso... Pero no podía. Si no comía algo pronto, con seguridad moriría.
Al escuchar un ruido, Mauricio levantó la vista. Vio a una gallina caminando hacia él. La gallina se detuvo cerca de su mano y puso un huevo. Mauricio tomó el huevo y se lo comió. Pronto se sintió un poquito mejor.
A la mañana siguiente, la gallina vino nuevamente y puso otro huevo. Lo mismo ocurrió al otro día. Esto se repitió durante cinco mañanas. Mauricio pudo alimentarse lo suficiente con los huevos como para mantenerse vivo hasta que la batalla terminó y un médico lo atendió.
Mauricio se dio cuenta de que Dios lo había cuidado. Era como cuando los cuervos alimentaron al profeta Elías. "Por ¡a mañana y por la tarde los cuervos le llevaban pan y carne"
Para Elías, cuervos; para Mauricio, una gallina. Sí, a veces Dios provee de maneras poco comunes para nuestra ayuda y necesidades, pero sabemos que él siempre estará allí, para nosotros. Podemos confiar en él; el señor cuidará de ti y de mí.
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson