Oren sin cesar (1 Tesalonícenses 5: 17).
Nací en un hogar cristiano. Mi padre era pastor y dedicó toda su vida al servicio de Dios. Mi madre fue una fiel cristiana. Los dos me enseñaron a orar desde muy pequeña, a confiar en Dios y a amarlo. Siempre oraba. Pero al ser adulta encontré un libro que abundaba en el tema de la oración; lo leí y me gustó mucho. Decidí ampliar mi conocimiento sobre el tema, por ello conseguí otros textos y fui adentrándome cada vez más en el mundo de la oración. Era como explorar en una mina llena de tesoros completamente desconocidos: mientras más avanzaba, más encontraba. Una amiga me invitó a un grupo de oración y fue una experiencia maravillosa. Cuando alguna de nosotras tiene una necesidad, un problema, una aflicción, solamente levanta el teléfono y al momento un grupo de personas ora por ella. Hemos experimentado respuestas increíbles, desde las situaciones más sencillas hasta los más inexplicables milagros. Te invito a formar tu grupo de oración. No tiene que ser muy grande: donde se reúnen dos o tres personas, allí está Dios. Reúnanse únicamente para orar, en otra ocasión se puede platicar y celebrar alguno que otro evento social. No tienes que explicar cuál es tu problema si no quieres, pero oren juntas. Nuestras oraciones tienden los rieles por los cuales puede venir el poder de Dios como una poderosa locomotora. Su poder es irresistible pero no puede alcanzarnos sin los rieles.
Nací en un hogar cristiano. Mi padre era pastor y dedicó toda su vida al servicio de Dios. Mi madre fue una fiel cristiana. Los dos me enseñaron a orar desde muy pequeña, a confiar en Dios y a amarlo. Siempre oraba. Pero al ser adulta encontré un libro que abundaba en el tema de la oración; lo leí y me gustó mucho. Decidí ampliar mi conocimiento sobre el tema, por ello conseguí otros textos y fui adentrándome cada vez más en el mundo de la oración. Era como explorar en una mina llena de tesoros completamente desconocidos: mientras más avanzaba, más encontraba. Una amiga me invitó a un grupo de oración y fue una experiencia maravillosa. Cuando alguna de nosotras tiene una necesidad, un problema, una aflicción, solamente levanta el teléfono y al momento un grupo de personas ora por ella. Hemos experimentado respuestas increíbles, desde las situaciones más sencillas hasta los más inexplicables milagros. Te invito a formar tu grupo de oración. No tiene que ser muy grande: donde se reúnen dos o tres personas, allí está Dios. Reúnanse únicamente para orar, en otra ocasión se puede platicar y celebrar alguno que otro evento social. No tienes que explicar cuál es tu problema si no quieres, pero oren juntas. Nuestras oraciones tienden los rieles por los cuales puede venir el poder de Dios como una poderosa locomotora. Su poder es irresistible pero no puede alcanzarnos sin los rieles.
Susana Limón de Reyna
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.