«Si al examinar la plaga nota el sacerdote que las paredes de la casa presentan manchas profundas de color verdoso o rojizo, las cuales se hunden en la pared, saldrá de la casa y ordenará mantenerla cerrada durante siete días» (Levítico 14:37,38).
Hablemos del moho. Este crece en lugares oscuros y húmedos y puede ser de diferentes colores. El moho es una especie de hongo.
Al caminar hoy por el campamento israelita vemos al sacerdote examinando las paredes de la casa de alguien en la que se ha encontrado moho. En ese entonces Dios había ordenado que si aparecía moho en alguna casa, sus habitantes debían abandonarla durante una semana. Si examinas hoy tu bañera y encuentras moho, no tienes necesidad de abandonar tu casa. Actualmente tenemos limpiadores poderosos que acaban con el moho.
Antiguamente Dios quería que su pueblo permaneciera limpio y libre de enfermedades. Él quería que se mantuvieran alejados de cosas como el moho. Y es que el moho crece como el pecado. Si un pequeño pecado comienza a crecer en tu vida, debes acudir a Jesús para que lo limpie inmediatamente. No debes permitir que crezca hasta el punto en que no te deje ver claramente a Jesús. Así que restriega tu bañera y mantenía limpia. Lee después el Salmo 51: 1,2. Allí encontrarás cómo mantener limpio también tu corazón.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush