Lugar: Japón
Palabra de Dios: Malaquías 3:10, 11
-Comenzaremos a cosechar más tarde esta semana -le dijo la señora Takada a su hija Etsuko, mientras contemplaban sus tres arrozales.
-Deberíamos obtener, con ello, dinero suficiente para enviarte al colegio adventista.
Pero, esa tarde las nubes comenzaron a cubrir el cielo. El locutor de la radio anunció:
-Un gran tifón, con vientos de alrededor de doscientos kilómetros por hora, se dirige hacia nosotros. Aten sus animales y maquinarias. Esta va a ser una tormenta muy fuerte.
Etsuko y su madre comenzaron a orar. Esa noche, el tifón pasó por la aldea. Las fuertes lluvias y vientos provocaron muchos daños. Cuando llegó la mañana, Etsuko y su mamá corrieron afuera.
-Los arrozales están inundados -les dijo su vecino-. ¡Todo ha sido destruido!
Madre e hija se apresuraron a ver lo que había sucedido. Todo alrededor de su pequeño arrozal, la tormenta había aplastado las cosechas vecinas en el barro... pero, el arroz de ellas seguía en pie, listo para ser cosechado. Rápidamente caminaron hasta sus otros dos arrozales, y descubrieron la misma sorpresa. ¡Dios había protegido el arroz de ellas!
-¿Cómo fue que sobrevivieron los tres arrozales de ustedes? -quisieron saber sus vecinos.
-Creemos en el Dios cristiano -les dijeron Etsuko y la Sra. Takada-, y él tuvo cuidado de nosotras, tal como lo prometió.
Luego, leyeron los versículos de Malaquías: "Traigan íntegro el diezmo para los fondos del templo, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto -dice el Señor Todopoderoso-, y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde. Exterminaré a la langosta, para que no arruine sus cultivos y las vides en los campos no pierdan su fruto -dice el Señor Todopoderoso".
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson