«Los cimientos de la muralla de la dudad estaban decorados con toda clase de piedras preciosas: el primero con jaspe, el segundo con zafiro, el tercero con ágata, el cuarto con esmeralda» (Apocalipsis 21:19, NVI).
¡Mira! Continuamos explorando el mismo versículo de ayer. Ayer hablamos del ágata, y como hoy es Navidad, me parece que deberíamos hablar de una bella piedra preciosa de color verde llamada esmeralda. Las esmeraldas son hermosas, y han sido usadas en las coronas de reyes y reinas durante miles de años. Es asombroso que una piedra tan bella se encuentre en medio del polvo de la tierra.
Hoy se celebra el nacimiento del niño Jesús en esta tierra. Al igual que la esmeralda, Jesús era como un pequeño tesoro escondido en el polvo de la tierra. Él nació en un pesebre y creció en una ciudad malvada. Después de vivir entre nosotros durante 33 años, Jesús murió en una cruz polvorienta. Pero a pesar de que Jesús fue tratado como polvo, él fue en realidad una gema que mostró al mundo lo que es el amor de Dios. Él nos enseñó que el amor de Dios nunca se da por vencido con nosotros, por muy sucios y polvorientos que podamos estar.
Qué alegría me da saber que Jesús, la gema del cielo, murió por nosotros. Gracias a ello, un día no muy lejano nosotros brillaremos como esmeraldas en la santa ciudad celestial.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush