sábado, 24 de diciembre de 2011

UNA NUEVA OPORTUNIDAD

Vuélvete a mí, porque yo te redimí. ( Isaías 44:22)

Sabiendo que le quedaba poco tiempo de vida, aquel padre llamó a su hijo para hablar con él. «Hijo, mis días se terminan y siento que no estás preparado para asumir la responsabilidad de mantener el negocio que durante tanto tiempo ha permanecido en manos de nuestra familia. Así que he preparado algo especial para cuando yo no esté». Y llevándolo hasta el lugar donde guardaban las cosas viejas y sin valor le mostró una horca que pendía de un travesaño. En la pared había un cartel que decía: «Cuando lo pierdas todo por no haberlo sabido conservar, habrá llegado la hora de utilizar esta horca».
El cartel requería la firma del hijo, quien, mostrando indiferencia, accedió a firmar para no tener que oír el sermón del padre. Los días pasaron padre murió, por lo que todos sus bienes pasaron al joven perezoso y egoísta.
Como el hijo pródigo, aquel joven derrochó rápidamente la fortuna que con tanto trabajo habían logrado sus antepasados. Derrotado y sin salida, recordó el acuerdo al que había llegado con su padre. Sus pasos lo llevaron hasta aquel lugar en el que había mostrado tanta indiferencia. «Si hubiera escuchado a mi padre», se repetía una y otra vez. «Si tuviera una segunda oportunidad, haría las cosas de manera diferente y corregiría mis errores honrando así la memoria de mi padre». Absorto en sus pensamientos se puso la soga al cuello y se lanzó al vacío, pero en el acto cayó al piso, y sobre él muchas joyas y monedas. Cuando logró incorporarse leyó una nota que decía: «Para mi hijo, en su segunda oportunidad. Tu padre que te ama».
Dios es un padre amante que nos ha dado las riquezas de su gracia para que las utilicemos. Muchas veces no apreciamos esas riquezas espirituales que sobrepasan cualquier tesoro terrenal. Vivimos dejando correr los días como si estos volvieran a presentarse y no nos percatamos de que solo tenemos una vida para vivirla y una oportunidad para alcanzar la vida eterna.
En su gran misericordia, Dios te da una nueva oportunidad. Abre la correspondencia y encontrarás sus palabras: «Para mí hija, en su segunda oportunidad. Tu Padre que te ama».

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

DOS EXCLAMACIONES DIFERENTES

Y se dirá en aquel día: He aquí, este es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; este es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación. Isaías 25:9.

Jesús concluye el juicio investigador, y ya todo está preparado para volver a la tierra. Con potente voz exclama: "¡Consumado es!", y todos los ángeles se disponen a acompañar a su querido Comandante.
Suena la trompeta y la hueste angelical comienza su viaje interestelar. Por encima de todos y desplegando una gloria indescriptible, el Hijo de Dios viene en una nube radiante, sobre un trono fulgurante.
En el mundo todo parece transcurrir como cualquier otro día, hasta que las antenas de las estaciones espaciales captan un sonido musical que va en aumento. Pronto, todas las parabólicas del mundo están captando el mismo sonido. Los programas de televisión se suspenden para informar que desde el espacio se oye música, y las cámaras captan la imagen de una nube pequeña y oscura, la cual, a medida que se acerca a la tierra crece en tamaño. Todo el mundo se paraliza, porque lo que había comenzado como un pequeño objeto en el firmamento, ahora fulgura con una luz más intensa que la del sol y llena todo el orbe. Entonces se divisan los ángeles y se distingue la figura regia del Hijo de Dios. Ya no quedan dudas respecto a quién es el que se aproxima a la tierra.
Un grupo de personas parece enloquecer. Son millones que no soportan la mirada del Santo de Dios. Con terror indescriptible, procuran encontrar un lugar donde esconderse, y les gritan a los montes y a las rocas: "Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?" (Apoc. 6:16, 17).
También se observan grupos de niños, jóvenes, mujeres y hombres de pie, con la mirada fija en el cielo. Sus corazones palpitan con gozo indescriptible y de sus labios brotan alabanzas al Cordero que dio su vida por ellos. Pronto el Hijo de Dios da la orden, y millones de personas de todo el mundo vuelven a la vida y comienzan a elevarse para recibir al Señor en el aire. Junto con los redimidos vivos pronuncian el grito de victoria: "Este es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; este es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación".
¿En cuál de los dos grupos te ves? ¿Cuál será tu exclamación cuando Jesús regrese?

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

NO TEMÁIS

Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo. Lucas 2:10.

“No temáis". ¡Qué anuncio maravilloso! "Vine a traerles la más extraordinaria noticia que alguna vez alguien podría recibir". Son "nuevas de gran gozo". ¡Gozo! ¿Entiendes? El gozo divino no es la alegría pasajera que la carne proporciona: el gozo divino es aquel sentimiento maravilloso de saber que Dios te acepta como eres: aquel deseo de salir corriendo por las calles de la vida, y gritar a todo el mundo: "No tengo más miedo, estoy libre".
Y, lo mejor de todo, esas buenas nuevas de gozo son "para todos", les dijo el ángel. Los pastores estaban, aquella noche oscura, aprensivos y llenos de expectativas. Habían estudiado las profecías, y sabían que el Mesías debería nacer: ellos aguardaban la llegada de alguien que les traería el regalo. De repente, en la penumbra de las colinas de Belén, el propio Padre rompe la oscuridad del pecado, trayendo el mayor presente, envuelto en pañales, en un pesebre. Y dice a los pastores: "Os ha nacido hoy en la ciudad de David, un salvador, que es CRISTO el Señor".
Creo que muchos cristianos todavía no han entendido esta declaración. La palabra CRISTO (Enviado) está escrita, en el original, con letras mayúsculas. Destaca la misión redentora de Jesús. El texto dice más: añade que la señal de que Jesús era el Cristo sería encontrarlo "envuelto en pañales, acostado en un pesebre".
Pobreza, sufrimiento, limitaciones... Todo ello acompañó a Jesús, a lo largo de su existencia. Fue perseguido; huyó a una tierra lejana. Todo eso ¿para qué? Para que tú vivas la vida abundante, las nuevas de gran gozo: su pobreza es tu riqueza; sus limitaciones, tu abundancia; su muerte, tu vida.
Nadie tiene el derecho de vivir una vida sin ambiciones, alegando que Cristo fue pobre. La pobreza es una de las consecuencias que el pecado trajo a este mundo; por lo tanto, mientras exista el pecado existirá pobreza. Pero, Jesús vino a liberarte de la mediocridad y el conformismo; vino a liberarte de la ignorancia y de la miseria. La salvación que él ofrece no tiene que ver solo con la vida eterna, que recibirás en ocasión de su retorno triunfante a este mundo, sino también con una vida de alegría y gozo, en esta tierra.
No salgas hoy sin meditar en las palabras del ángel: "Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón