Lugar: Nueva York, EE.UU.
Palabra de Dios: Mateo 19:14
Unas pocas semanas antes de la elección presidencial de 1860, Grace Bedell escribió una carta a Abraham Lincoln. En ella, decía: "Soy una niña de solo once años, pero quiero mucho que usted sea el presidente de los Estados Unidos, así que espero que no piense que soy demasiado atrevida por escribirle a un hombre tan grande como usted... Tengo cuatro hermanos y algunos de ellos lo votarán de todas maneras, y si usted se deja los bigotes trataré de convencer al resto de ellos de que lo vote. Usted se vería mucho mejor con ellos, porque su cara es muy delgada. A todas las mujeres les gustan los bigotes y convencerían a sus esposos de que lo voten, y entonces usted sería presidente".
Lincoln estaba sumamente ocupado pero, después de leer la carta de la niña, le envió una respuesta escrita a mano, sin hacer ninguna promesa acerca de los bigotes.
Unos meses más tarde, en febrero de 1861, Lincoln se detuvo brevemente en Westfield, Nueva York, en camino a Washington D.C., para asumir el cargo de presidente. Al bajar del tren, habló a la multitud que lo esperaba. Les habló acerca de la carta y preguntó si la pequeña que le había escrito estaba allí.
La multitud se abrió, para dejar al descubierto a la ruborizada Grace. Y Lincoln, que para esta época tenía bigotes, la saludó cálidamente y habló con ella durante algunos minutos, antes de subir nuevamente al tren. Había hecho esa breve parada solo para verla a ella.
Quizá te sorprenda que alguien tan importante se tomara el tiempo para atender a una jovencita. Pero, eso es exactamente lo que Dios, la persona más importante del universo, hace por ti y por mí.
"Jesús dijo: 'Dejen que los niños vengan a mi, y no se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos' ". Dios, el Creador del universo, se interesa en cada uno de nosotros.
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson