Hierro lo trata como a paja, y al bronce como a madera podrida» (Job 41:27, NVI).
Hoy vamos a caminar por el bosque. A mí me encanta e bosque, su aroma, los animales, las flores, los árboles podridos. ¿Qué? ¿Los árboles podridos? ¿A quién podrían gustarle los árboles podridos? No tienen ningún atractivo. No les crecen hojas y a veces huelen realmente mal. Bien, la verdad es que a mí sí me gustan los árboles podridos, y te voy a explicar por qué.
Aunque no lo creas, algunos insectos consideran a los árboles podridos como su hogar, pues viven de la podredumbre que hay dentro de ellos. Eso significa que muchos insectos pequeños crecerán y se convertirán en adultos gracias a los árboles podridos, y a su vez se convertirán en comida para los hermosos pájaros que tanto nos gusta ver en el bosque.
Otra de las razones por las que me gustan los árboles podridos es porque nutren el suelo. Estos se convierten en alimento para toda clase de plantas, incluyendo las flores y otros árboles.
Si los árboles pudieran pensar, tal vez creerían que cuando se pudren han fracasado. Después de todo, ya no están erguidos ni les brotan hojas. Pero los árboles podridos aún hacen toda clase de cosas buenas. ¿Verdad?
¿Qué haces tú cuando cometes un error y sientes que has fallado? ¿Te pones molesto? ¿Te sientes frustrado? A pesar de los errores, recuerda esto: de lo que podríamos considerar un fracaso hoy puede crecer la más bella de las flores. No te rindas. Dios te ayudará a crecer a través de los errores.
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush