Y la ciencia aumentará. (Daniel 12:4)
La confianza suprema en el poder de la razón humana se extendió por Europa a lo largo del siglo XVIII, el cual por este motivo ha llegado a ser conocido como «el siglo de las luces». Desde entonces hasta hoy la historia ha sido testigo de un aumento espectacular de la ciencia.
En 1747 Benjamín Franklin inició sus experimentos sobre la electricidad. Defendió la hipótesis de que las tormentas son un fenómeno eléctrico y propuso un método efectivo para demostrarlo. Inventó el pararrayos y presentó la llamada «teoría del fluido único», según la cual cualquier fenómeno eléctrico era causado por un fluido eléctrico, la electricidad positiva, mientras que la ausencia del mismo podía considerarse electricidad negativa.
Dos siglos después el equipo del laboratorio de Huber realizó descubrimientos históricos sobre la fotosíntesis, el proceso químico que transforma la luz solar en energía química en las plantas. Robert Huber y sus colaboradores fueron los primeros que detallaron la estructura tridimensional de una proteína de la membrana celular involucrada en el proceso de la fotosíntesis, lo cual permitió a otros científicos desarrollar técnicas de prevención de enfermedades.
Aunque Adán y Eva conocían los misterios de la naturaleza, el ser humano ha tenido que ir descubriéndolos a lo largo de los siglos. Los descubrimientos de lo ya establecido por las leyes divinas abrieron la era profetizada por Daniel tiempo atrás, aunque irónicamente las maravillas del mundo en que él vivía no pueden ser explicadas por el hombre moderno, supuestamente más inteligente y erudito. El versículo de hoy nos dice que el aumento de la ciencia sería una señal del regreso de Jesús. Lo más maravilloso no es la cada vez mayor capacidad humana para descubrir y explicar los fenómenos naturales, sino que por medio de esos avances Dios está anunciando su pronto regreso.
Cuando ante tus ojos se abren las puertas de la ciencia, recuerda que Cristo está esperando para abrir otra puerta. Los cielos, cual pergamino, se enrollarán y la puerta celestial se abrirá para recibir a todos los que esperan su venida. ¿Estás lista para entrar por las puertas de la Nueva Jerusalén?
Los avances de la ciencia anuncian que Cristo viene pronto.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
La confianza suprema en el poder de la razón humana se extendió por Europa a lo largo del siglo XVIII, el cual por este motivo ha llegado a ser conocido como «el siglo de las luces». Desde entonces hasta hoy la historia ha sido testigo de un aumento espectacular de la ciencia.
En 1747 Benjamín Franklin inició sus experimentos sobre la electricidad. Defendió la hipótesis de que las tormentas son un fenómeno eléctrico y propuso un método efectivo para demostrarlo. Inventó el pararrayos y presentó la llamada «teoría del fluido único», según la cual cualquier fenómeno eléctrico era causado por un fluido eléctrico, la electricidad positiva, mientras que la ausencia del mismo podía considerarse electricidad negativa.
Dos siglos después el equipo del laboratorio de Huber realizó descubrimientos históricos sobre la fotosíntesis, el proceso químico que transforma la luz solar en energía química en las plantas. Robert Huber y sus colaboradores fueron los primeros que detallaron la estructura tridimensional de una proteína de la membrana celular involucrada en el proceso de la fotosíntesis, lo cual permitió a otros científicos desarrollar técnicas de prevención de enfermedades.
Aunque Adán y Eva conocían los misterios de la naturaleza, el ser humano ha tenido que ir descubriéndolos a lo largo de los siglos. Los descubrimientos de lo ya establecido por las leyes divinas abrieron la era profetizada por Daniel tiempo atrás, aunque irónicamente las maravillas del mundo en que él vivía no pueden ser explicadas por el hombre moderno, supuestamente más inteligente y erudito. El versículo de hoy nos dice que el aumento de la ciencia sería una señal del regreso de Jesús. Lo más maravilloso no es la cada vez mayor capacidad humana para descubrir y explicar los fenómenos naturales, sino que por medio de esos avances Dios está anunciando su pronto regreso.
Cuando ante tus ojos se abren las puertas de la ciencia, recuerda que Cristo está esperando para abrir otra puerta. Los cielos, cual pergamino, se enrollarán y la puerta celestial se abrirá para recibir a todos los que esperan su venida. ¿Estás lista para entrar por las puertas de la Nueva Jerusalén?
Los avances de la ciencia anuncian que Cristo viene pronto.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera