«Entonces Dios el Señor hizo caer al hombre en un sueño profundo y, mientras dormía, le sacó una de las costillas y le cerró otra vez la carne» (Génesis 2:21).
¡Ten cuidado! Hoy vamos a dar un paseo por el Jardín del Edén. Caminemos en silencio, porque Adán está durmiendo en algún lugar y podrías pisarlo. ¡Mira cómo Dios le saca una costilla a Adán para crear a Eva! ¡Qué Dios tan maravilloso!
¿Puedes palpar tus costillas? ¿Sabes para qué sirven? Las costillas protegen tus órganos internos. Si no tuviéramos costillas, nuestro corazón, pulmones y demás órganos importantes se dañarían cada vez que nos caemos. Nuestras costillas están hechas de hueso, y están conectadas al esternón por un cartílago. El esternón es un hueso que va de arriba abajo por el medio de nuestro pecho. El cartílago hace que nuestra cavidad torácica sea flexible, de manera que no se rompa cada vez que nos caemos de espalda, de frente o de lado. Sin duda nuestras costillas son una importante protección.
Pero nosotros tenemos otros protectores a nuestro alrededor: los ángeles de Dios. Él los envía a cuidarnos y protegernos cada día de nuestra vida. Me alegra tanto saber que los ángeles siempre están ahí para protegernos. ¿No es maravilloso saber que somos protegidos y amados?
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush