Lugar: Irlanda
Palabra de Dios: Juan 3:18, DHH
Un terrateniente de Irlanda decidió, un día, que quería ayudar a los arrendatarios (gente que alquila al dueño) pobres y necesitados que vivían en su propiedad. Se le ocurrió hacer un ofrecimiento, y lo puso en un lugar visible para todos. "Estaré en mi oficina este martes desde las 10 de la mañana hasta el mediodía", decía la nota. "Vengan a la oficina en ese horario, con todas sus cuentas pendientes, y yo pagaré sus deudas". Firmado, "El patrón".
Como pueden imaginarse, esta noticia provocó una conmoción entre los inquilinos. Hablaron solamente de eso durante los siguientes días. ¿Por qué el señor haría algo así? ¿Hablaba en serio? ¿Cuál era la "trampa"?
Cuando llegó el día, una gran multitud se reunió fuera de la oficina; pero nadie se animaba a ser el primero en entrar. Se quedaron allí, esperando. Después de todo, ¿y si era una broma? Quedarían como tontos. Los minutos pasaban...
Finalmente, unos minutos antes del mediodía, una pareja de ancianos entró aferrando varios papeles en sus manos. El patrón los saludó cálidamente, y completó un cheque que cubría todos sus gastos. ¡Pagó por completo la deuda de ellos!
Cuando la pareja de ancianos salió y contó a todos la buena noticia, la gente de la multitud no podía creer que hubiesen rechazado un regalo tan grande. Podrían haber saldado completamente todas sus cuentas; pero, ahora era demasiado tarde.
Dios nos ha hecho un ofrecimiento que parece demasiado bueno para ser verdad: él se hizo cargo de todos nuestros pecados, al morir en la cruz del Calvario. Todo lo que debemos hacer es aceptar el regalo de la salvación. Es tan sencillo como esto: "El que cree en el Hijo de Dios, no está condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado".
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson