«Las siguientes aves ustedes las rechazarán y no los comerán, porque las considerarán animales inmundos: [...] la cigüeña, toda dase de garzas, la abubilla y el murciélago» (Levítico 11:13-19,NVI).
En nuestra expedición de hoy seguiremos examinando las aves que Dios no quería que los israelitas comieran. Una de las aves del versículo de hoy es la garza. Cuando vivía en Florida, Estados Unidos, siempre veía muchas garzas ceniza. Esta es una hermosa ave azul grisácea que, con las alas abiertas, puede llegar a medir casi dos metros de un extremo al otro de sus alas.
Pero lo que más me gustaba era verlas volar. Ellas baten lentamente sus inmensas alas y se elevan poco a poco en el aire. Al alzar el vuelo curvan curiosamente su cuello en forma de S.
Algunas personas también hacen eso con sus cuellos: los tuercen de todas las maneras posibles para tratar de escuchar lo que dicen los demás. Son capaces de pegar su oído a una puerta para poder oír lo que están hablando del otro lado, o de acercarse sigilosamente para enterarse de lo que dos personas están conversando en privado. Parecieran no tener suficiente con sus propios asuntos. Por favor no caigas en eso. «Desengárzate» de los asuntos que no te competen y dobla tu cuello solo para escuchar lo que Dios te quiere decir
Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush