Haces de los vientos tus mensajeros, y de las llamas de fuego tus servidores (Salmo 104: 4).
Recuerdo una experiencia en Guasave, Sinaloa, en la Iglesia Internacional, donde salíamos los sábados por la tarde a realizar obra misionera. Llegué a una casa de una mujer muy sonriente de unos cuarenta años, apenas le di el saludo me invitó a pasar y me dijo que estaba esperándonos. Nos pasó al patio trasero de su casa donde se encontraban cinco sillas, la cantidad exacta para los que ahí estábamos: mis tres hijos, la señora y yo. Nos sentamos y empecé a dar el mensaje de amor, ella movía la cabeza afirmativa y sonrientemente. Al terminar me dijo: «Ya sabía que me traían un mensaje de amor y los estaba esperando; tuve un sueño donde un ángel me dijo que vendrían y que los recibiera, que aceptara su mensaje y que iban a ser cuatro». Ella aceptó los estudios bíblicos, y la empezamos a visitar cada sábado. ¡Qué privilegio trabajar en compañía de los ángeles! Elena G. de White escribe: «Aquellos que trabajan por el bien de otros, están trabajando en unión con los ángeles del cielo. Gozan de su constante compañía y ministerio. Ángeles de luz y poder están siempre cerca para proteger, confortar, sanar, instruir e inspirar» (La verdad acerca de los ángeles, p. 22). Esta experiencia sucedió hace catorce años. Recientemente he impartido estudios bíblicos al hermano Óscar, a su esposa y a su hija. Las damas aceptaron al Señor y fueron bautizadas. El hermano sufre de una grave enfermedad, le practicaron una operación muy delicada donde le pusieron células madre en el cerebro. Unas horas antes de la operación empezó a sentir mucho temor, se acordó del versículo: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece». Empezó a repetirlo sintiéndose mucho mejor, con paz en su corazón. Cuando abrió sus ojos, vio algo maravilloso: dos ángeles, uno a cada lado mirándolo. Cuando el caballero me contaba rodaron lágrimas de gratitud. Don Óscar ya entregó su corazón a Jesús, pronto lo hará públicamente.
Recuerdo una experiencia en Guasave, Sinaloa, en la Iglesia Internacional, donde salíamos los sábados por la tarde a realizar obra misionera. Llegué a una casa de una mujer muy sonriente de unos cuarenta años, apenas le di el saludo me invitó a pasar y me dijo que estaba esperándonos. Nos pasó al patio trasero de su casa donde se encontraban cinco sillas, la cantidad exacta para los que ahí estábamos: mis tres hijos, la señora y yo. Nos sentamos y empecé a dar el mensaje de amor, ella movía la cabeza afirmativa y sonrientemente. Al terminar me dijo: «Ya sabía que me traían un mensaje de amor y los estaba esperando; tuve un sueño donde un ángel me dijo que vendrían y que los recibiera, que aceptara su mensaje y que iban a ser cuatro». Ella aceptó los estudios bíblicos, y la empezamos a visitar cada sábado. ¡Qué privilegio trabajar en compañía de los ángeles! Elena G. de White escribe: «Aquellos que trabajan por el bien de otros, están trabajando en unión con los ángeles del cielo. Gozan de su constante compañía y ministerio. Ángeles de luz y poder están siempre cerca para proteger, confortar, sanar, instruir e inspirar» (La verdad acerca de los ángeles, p. 22). Esta experiencia sucedió hace catorce años. Recientemente he impartido estudios bíblicos al hermano Óscar, a su esposa y a su hija. Las damas aceptaron al Señor y fueron bautizadas. El hermano sufre de una grave enfermedad, le practicaron una operación muy delicada donde le pusieron células madre en el cerebro. Unas horas antes de la operación empezó a sentir mucho temor, se acordó del versículo: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece». Empezó a repetirlo sintiéndose mucho mejor, con paz en su corazón. Cuando abrió sus ojos, vio algo maravilloso: dos ángeles, uno a cada lado mirándolo. Cuando el caballero me contaba rodaron lágrimas de gratitud. Don Óscar ya entregó su corazón a Jesús, pronto lo hará públicamente.
Martha de Alpírez
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor