Ya he recibido todo lo que necesito y aún más (Filipenses 4: 18).
Estaba a punto de hacer el viaje más largo de mi vida. Viajaría de México a Rusia para estudiar mi maestría. Ya lo había planeado todo: estaría allá catorce meses, estudiando en el colegio adventista de Zaoksky. Así que fin llegó el día y me despedí de mi familia y amigos. Creía estar segura de llevar todo lo que necesitaría para vivir allá durante un poco más de un año: dos maletas grandes y mi computadora portátil. Por supuesto, estaba muy agradecida con Dios por darme esa oportunidad y estaba muy emocionada con la nueva aventura.
Llegué sin problemas a Moscú después de una breve escala. El problema surgió cuando al querer recoger mi equipaje me encontré con la sorpresa de que no había llegado. Era difícil comunicarse con el personal del aeropuerto debido al idioma, pero finalmente me confirmaron que mi equipaje se había extraviado. En ese momento comencé a pensar qué haría sin mis pertenencias. Le pedí al Señor que me ayudara a resolver el problema y mi petición fue que encontraran mi equipaje y me lo entregaran de inmediato. Llené todos los formularios necesarios en el aeropuerto y me fui a la escuela esperando recibir posteriormente noticias favorables.
Pasaron los días y las semanas y eso no sucedió. Después me confirmaron que todo se había perdido y que pagarían por el daño ocasionado. Durante todo este proceso surgieron las preguntas en mi mente: ¿Será que Dios me escucha? ¿Por qué permitiría que pasara algo que me traería tanta tristeza o me ocasionaría tantos problemas? Pero lo cierto es que Dios nos pide que confiemos en él, aunque no obtengamos la respuesta que esperábamos.
Algunas personas que se enteraron, me obsequiaron ropa, otras me ayudaron para que fuera a comprar lo que necesitaba y, para mi sorpresa, nunca me hizo falta nada de lo indispensable durante mi estancia en aquel lugar. Dios proporcionará lo que nos haga falta, no dice que nos dará cosas adicionales o para que despilfarremos; esto quizá sea para que nunca nos olvidemos que dependemos de él y así volvamos día a día pidiendo lo que nuestro corazón necesita. Agradece hoy a Dios porque, aunque no tengas lujos o cosas que puedas derrochar, te da lo que tu cuerpo y tu corazón necesitan para el día de hoy.
Estaba a punto de hacer el viaje más largo de mi vida. Viajaría de México a Rusia para estudiar mi maestría. Ya lo había planeado todo: estaría allá catorce meses, estudiando en el colegio adventista de Zaoksky. Así que fin llegó el día y me despedí de mi familia y amigos. Creía estar segura de llevar todo lo que necesitaría para vivir allá durante un poco más de un año: dos maletas grandes y mi computadora portátil. Por supuesto, estaba muy agradecida con Dios por darme esa oportunidad y estaba muy emocionada con la nueva aventura.
Llegué sin problemas a Moscú después de una breve escala. El problema surgió cuando al querer recoger mi equipaje me encontré con la sorpresa de que no había llegado. Era difícil comunicarse con el personal del aeropuerto debido al idioma, pero finalmente me confirmaron que mi equipaje se había extraviado. En ese momento comencé a pensar qué haría sin mis pertenencias. Le pedí al Señor que me ayudara a resolver el problema y mi petición fue que encontraran mi equipaje y me lo entregaran de inmediato. Llené todos los formularios necesarios en el aeropuerto y me fui a la escuela esperando recibir posteriormente noticias favorables.
Pasaron los días y las semanas y eso no sucedió. Después me confirmaron que todo se había perdido y que pagarían por el daño ocasionado. Durante todo este proceso surgieron las preguntas en mi mente: ¿Será que Dios me escucha? ¿Por qué permitiría que pasara algo que me traería tanta tristeza o me ocasionaría tantos problemas? Pero lo cierto es que Dios nos pide que confiemos en él, aunque no obtengamos la respuesta que esperábamos.
Algunas personas que se enteraron, me obsequiaron ropa, otras me ayudaron para que fuera a comprar lo que necesitaba y, para mi sorpresa, nunca me hizo falta nada de lo indispensable durante mi estancia en aquel lugar. Dios proporcionará lo que nos haga falta, no dice que nos dará cosas adicionales o para que despilfarremos; esto quizá sea para que nunca nos olvidemos que dependemos de él y así volvamos día a día pidiendo lo que nuestro corazón necesita. Agradece hoy a Dios porque, aunque no tengas lujos o cosas que puedas derrochar, te da lo que tu cuerpo y tu corazón necesitan para el día de hoy.
Ménica Yaneth Cota Inzunza
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.