Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo (Apocalipsis 3:20).
Es una experiencia desagradable llegar a una iglesia y que nadie te dé la bienvenida. ¿Alguna vez te ha pasado? En una ocasión visité una iglesia desatenta; cuando entramos nadie nos saludó y mucho menos nos dieron la bienvenida; tal como entramos salimos. ¿Qué hubiera pasado si el mismo Jesucristo visitara esa congregación? ¿Cómo se hubiera sentido? ¿Crees que regresaría? Cuando mi esposo y yo salimos del templo nos propusimos que cuando regresáramos a nuestra congregación todo visitante se llevara un apretón de manos, una sonrisa y hasta un abrazo.
A través de los años hemos tratado de cumplir nuestra promesa. Se imaginan el gozo que sentimos en nuestro corazón al decir: « ¡Buenos días, bienvenidos a su iglesia!» No sé qué impacto tengan mis actitudes, pero ruego que cuando llegue al cielo me encuentre con alguien que diga: «Gracias por tu amistad y por esa calurosa bienvenida que nos diste». Hay muchos que todavía no conocen a Dios y están hambrientos de su Palabra; no imaginamos cuantas personas vienen a los pies de Jesús por medio de nuestra forma de ser o por nuestro ejemplo.
Todo el que entra por las puertas del templo viene con alguna carga o peso en su corazón ya ansia encontrarse con algo o alguien que llene el vacio que tal vez haya guardado por años. Si una persona le brinda una sonrisa eso será de gran impacto para ella y la recordaran siempre. Atrevámonos a ser diferentes. Si tu congregación no es amigable con las visitas comienza tú y veras el cambio que habrá en tu vida. La amabilidad y el buen trato a los visitantes es lo menos que podemos brindar como iglesia. Debemos agradecer a Dios por todo lo que hace en nuestras vidas y por la oportunidad de servirle. En este día pidamos a Dios que nos dé el don de la amistad y digamos: «Señor, ayúdame a ser un objeto positivo ante cada persona que me observa».
Es una experiencia desagradable llegar a una iglesia y que nadie te dé la bienvenida. ¿Alguna vez te ha pasado? En una ocasión visité una iglesia desatenta; cuando entramos nadie nos saludó y mucho menos nos dieron la bienvenida; tal como entramos salimos. ¿Qué hubiera pasado si el mismo Jesucristo visitara esa congregación? ¿Cómo se hubiera sentido? ¿Crees que regresaría? Cuando mi esposo y yo salimos del templo nos propusimos que cuando regresáramos a nuestra congregación todo visitante se llevara un apretón de manos, una sonrisa y hasta un abrazo.
A través de los años hemos tratado de cumplir nuestra promesa. Se imaginan el gozo que sentimos en nuestro corazón al decir: « ¡Buenos días, bienvenidos a su iglesia!» No sé qué impacto tengan mis actitudes, pero ruego que cuando llegue al cielo me encuentre con alguien que diga: «Gracias por tu amistad y por esa calurosa bienvenida que nos diste». Hay muchos que todavía no conocen a Dios y están hambrientos de su Palabra; no imaginamos cuantas personas vienen a los pies de Jesús por medio de nuestra forma de ser o por nuestro ejemplo.
Todo el que entra por las puertas del templo viene con alguna carga o peso en su corazón ya ansia encontrarse con algo o alguien que llene el vacio que tal vez haya guardado por años. Si una persona le brinda una sonrisa eso será de gran impacto para ella y la recordaran siempre. Atrevámonos a ser diferentes. Si tu congregación no es amigable con las visitas comienza tú y veras el cambio que habrá en tu vida. La amabilidad y el buen trato a los visitantes es lo menos que podemos brindar como iglesia. Debemos agradecer a Dios por todo lo que hace en nuestras vidas y por la oportunidad de servirle. En este día pidamos a Dios que nos dé el don de la amistad y digamos: «Señor, ayúdame a ser un objeto positivo ante cada persona que me observa».
Amarilis Johnson Rodríguez de Tom
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.