Jesús lloro (Juan 11:35)
Este brevísimo versículo es uno de los más profundos que la Biblia ha recogido por medio de la pluma inspirada. ¿Te has parado a pensar que Dios conoció las lágrimas por amor a ti?
Una mujer que había sido sacudida por las injusticias de la vida, se consumía de odio, venganza y dolor. Un día confesó sus sentimientos a una amiga; le dijo: «Para mí, Dios hace mucho tiempo que no ve». La amiga, que había tenido un pasado similar, le respondió: «Dios no ha dejado de mirar. Lo que pasa es que está llorando».
Sí, mi querida amiga, Dios no deja de mirar las injusticias que el pecado nos ha traído como consecuencia de habernos alejado del amor divino. Él contempla el trágico accidente que truncó la vida de tu hijo, o la enfermedad que, cual verdugo, consume el cuerpo de tu ser amado. Sus ojos no dejan de ver cuando eres humillada, despreciada o maltratada. Muy a menudo, incluso sin que te des cuenta, eres librada de muchas de esas pruebas. Se afirma que en el cielo, nuestro ángel podrá contarnos de cuántos peligros fuimos librados en esta tierra.
No dudes nunca de que tienes un Dios que también ha sufrido la injusticia del pecado. Vio a su hijo morir en una cruz, y por eso puede comprender tu sufrimiento y tus lágrimas. Cuando el vendaval de la desgracia te sacude sin misericordia, tus lágrimas se unen a las de tu Dios.
Podrías preguntarte: Si Dios me ama tanto, ¿por qué no interviene evitando que me sucedan estas cosas? Dios sí interviene. Su amor vela a cada instante por ti. Él mismo murió en la cruz, cuando podría haber elegido no sufrir. Jesús no tendría que haber pasado por el penoso martirio de la ingratitud, de la traición y del desprecio de aquellos a los que había venido a salvar, pero lo hizo. Confía en que «Dios escribe recto en renglones torcidos».
Puede ser que Satanás intente desviar tu camino, incluso tu misma puedes desviarte por las decisiones que tomas, pero ten presente que Dios te ve y llora por ti. Colócate en sus manos, confía en él y él hará.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Este brevísimo versículo es uno de los más profundos que la Biblia ha recogido por medio de la pluma inspirada. ¿Te has parado a pensar que Dios conoció las lágrimas por amor a ti?
Una mujer que había sido sacudida por las injusticias de la vida, se consumía de odio, venganza y dolor. Un día confesó sus sentimientos a una amiga; le dijo: «Para mí, Dios hace mucho tiempo que no ve». La amiga, que había tenido un pasado similar, le respondió: «Dios no ha dejado de mirar. Lo que pasa es que está llorando».
Sí, mi querida amiga, Dios no deja de mirar las injusticias que el pecado nos ha traído como consecuencia de habernos alejado del amor divino. Él contempla el trágico accidente que truncó la vida de tu hijo, o la enfermedad que, cual verdugo, consume el cuerpo de tu ser amado. Sus ojos no dejan de ver cuando eres humillada, despreciada o maltratada. Muy a menudo, incluso sin que te des cuenta, eres librada de muchas de esas pruebas. Se afirma que en el cielo, nuestro ángel podrá contarnos de cuántos peligros fuimos librados en esta tierra.
No dudes nunca de que tienes un Dios que también ha sufrido la injusticia del pecado. Vio a su hijo morir en una cruz, y por eso puede comprender tu sufrimiento y tus lágrimas. Cuando el vendaval de la desgracia te sacude sin misericordia, tus lágrimas se unen a las de tu Dios.
Podrías preguntarte: Si Dios me ama tanto, ¿por qué no interviene evitando que me sucedan estas cosas? Dios sí interviene. Su amor vela a cada instante por ti. Él mismo murió en la cruz, cuando podría haber elegido no sufrir. Jesús no tendría que haber pasado por el penoso martirio de la ingratitud, de la traición y del desprecio de aquellos a los que había venido a salvar, pero lo hizo. Confía en que «Dios escribe recto en renglones torcidos».
Puede ser que Satanás intente desviar tu camino, incluso tu misma puedes desviarte por las decisiones que tomas, pero ten presente que Dios te ve y llora por ti. Colócate en sus manos, confía en él y él hará.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera