No descuides el don que hay en ti. (1 Timoteo 4:14).
La parábola de los talentos nos enseña que todos tenemos al menos un don. Incluso los especialistas en la materia afirman que todos tenemos dones ocultos que necesitan ser cultivados, pues yacen dormidos por la falta de estímulo. En la Biblia encontramos a varias mujeres que poseían talentos extraordinarios. Si María, la hermana de Moisés, viviera en nuestros días, sería una candidat0a a directora de Ministerios de la Mujer. Pero además poseía un gran talento poético y musical, a juzgar por el cántico de alabanza que entonó tras el cruce del Mar Rojo.
Dorcas fue otro prodigio de mujer. Sus manos no se detenían a la hora de confeccionar prendas para los más necesitados. Las mujeres que acompañaban a Jesús y a sus discípulos obraban con sus manos el milagro del sustento diario para aquellos que se dedicaban a la predicación del evangelio. Eunice y Loida encajarían muy bien al frente del Ministerio Infantil y Ester lograrla sin duda un reavivamiento entre el pueblo de Dios por medio de la oración. Sin embargo, todos estos dones maravillosamente empleados no hubiesen sido eficaces si el motivo por el cual se desarrollaron no fuera proclamar la misericordia y el amor de Dios.
Se dice que Thomas Paine desarrolló el arte de la pluma escribiendo un folleto que lo hizo famoso en las colonias americanas, cuyo título era: «Sentido común». En él exponía varias razones por las que consideraba que los norteamericanos no debían permanecer bajo el yugo inglés. Tiempo después empleó ese mismo talento para desmoralizar a los cristianos, atacando al cristianismo vehementemente. Este hombre utilizó sus talentos a lo largo de su vida, pero lo que deberíamos preguntarnos es: ¿cómo y para qué?
En un libro titulado 502 ilustraciones selectas encontré estas interesantes palabras de Antonio Gamiochipi: «Se dice que Dios toma más en cuenta en nuestra vida los adverbios que los verbos. ¿Cuál es la razón de tan curiosa preferencia? ¿Cómo explicarla desde el punto de vista gramatical? La respuesta es sencilla: El verbo indica una acción, el adverbio, el modo como la hacemos. Dios mira más el modo que la acción».
Ningún talento brilla más que el que brota del corazón.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
La parábola de los talentos nos enseña que todos tenemos al menos un don. Incluso los especialistas en la materia afirman que todos tenemos dones ocultos que necesitan ser cultivados, pues yacen dormidos por la falta de estímulo. En la Biblia encontramos a varias mujeres que poseían talentos extraordinarios. Si María, la hermana de Moisés, viviera en nuestros días, sería una candidat0a a directora de Ministerios de la Mujer. Pero además poseía un gran talento poético y musical, a juzgar por el cántico de alabanza que entonó tras el cruce del Mar Rojo.
Dorcas fue otro prodigio de mujer. Sus manos no se detenían a la hora de confeccionar prendas para los más necesitados. Las mujeres que acompañaban a Jesús y a sus discípulos obraban con sus manos el milagro del sustento diario para aquellos que se dedicaban a la predicación del evangelio. Eunice y Loida encajarían muy bien al frente del Ministerio Infantil y Ester lograrla sin duda un reavivamiento entre el pueblo de Dios por medio de la oración. Sin embargo, todos estos dones maravillosamente empleados no hubiesen sido eficaces si el motivo por el cual se desarrollaron no fuera proclamar la misericordia y el amor de Dios.
Se dice que Thomas Paine desarrolló el arte de la pluma escribiendo un folleto que lo hizo famoso en las colonias americanas, cuyo título era: «Sentido común». En él exponía varias razones por las que consideraba que los norteamericanos no debían permanecer bajo el yugo inglés. Tiempo después empleó ese mismo talento para desmoralizar a los cristianos, atacando al cristianismo vehementemente. Este hombre utilizó sus talentos a lo largo de su vida, pero lo que deberíamos preguntarnos es: ¿cómo y para qué?
En un libro titulado 502 ilustraciones selectas encontré estas interesantes palabras de Antonio Gamiochipi: «Se dice que Dios toma más en cuenta en nuestra vida los adverbios que los verbos. ¿Cuál es la razón de tan curiosa preferencia? ¿Cómo explicarla desde el punto de vista gramatical? La respuesta es sencilla: El verbo indica una acción, el adverbio, el modo como la hacemos. Dios mira más el modo que la acción».
Ningún talento brilla más que el que brota del corazón.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera