Lugar: Escocia
Palabra de Dios: Daniel 2:27,28.
Jack McCullough tenía algunas ideas extrañas. Él se imaginaba cosas inusuales, como relojes digitales, trenes bala de alta velocidad, televisores y carros de golf sin conductores. Probablemente, te estés preguntando qué tiene de extraño todo esto. La cuestión es que Jack McCullough era un jugador de golf escocés que vivió en el siglo XIX, mucho antes de que alguien hubiera inventado cualquiera de todas estas cosas.
El señor McCullough mencionó estas cosas en un libro que publicó en 1892. Era una historia imaginaria sobre un personaje que se quedaba dormido ese año y despertaba 108 años más tarde, en el año 2000. El libro tenía un título largo: Golf en el año 2000, o a lo que vamos a llegar.
El libro era poco conocido hasta que alguien, hace poco, lo tomó y descubrió que algunas de las cosas de las cuales el señor McCullough había escrito ahora existían. Y, aunque al autor había estado utilizando simplemente su imaginación para escribir una historia inventada, los titulares de los diarios informaron: "Golfista británico del siglo XIX predice el futuro"; y su libro se vendió, en un remate en enero de 2005, a 1.200 libras inglesas (cerca de 2.200 dólares).
Imagina lo que sucedería si el autor realmente pudiera decirte lo que ocurrirá en el futuro. Ese libro valdría mucho, ¿no es verdad? Esa es una de las razones por las cuales la Biblia es tan valiosa. El Autor de ese libro es el único que conoce el futuro. Cuando el rey Nabucodonosor tuvo un sueño acerca de reinos futuros, Daniel le explicó: "-No hay ningún sabio ni hechicero, ni mago o adivino, que pueda explicarle a Su Majestad el misterio que le preocupa. Pero hay un Dios en el cielo que revela los misterios. Ese Dios le ha mostrado a usted lo que tendrá lugar en los días venideros".
La Biblia es un libro valioso para que leas. No es una historia inventada: es la Palabra de Dios. Así que, no dejes tu Biblia en un estante, por allí. Ábrela, y lee lo que Dios tiene reservado para tu futuro.
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson