Lugar: Texas, EE.UU.
Palabra de Dios: Proverbios 23:19
Ricardo* estaba parado al borde de la vereda, esperando que el semáforo para cruzar cambiara de rojo a blanco. Justo en ese momento, vio a un hombre que comenzó a cruzar la calle, a pesar de lo que indicaba el semáforo. “Ese hombre está cruzando’’, pensó Ricardo, “¿por qué yo no?” Y él también bajó el cordón de la vereda.
Lo que Ricardo no sabía es que estaba participando en un experimento.
Quienes lo llevaban a cabo querían comprobar si era más probable que la gente cruzara en rojo si veía a alguien que lo hacía. El hombre que cruzó primero la calle era parte de su prueba.
Los investigadores descubrieron que cuando los peatones estaban solos, apenas un uno por ciento desobedecía la señal. En otras palabras, generalmente seguían las leyes de tránsito. Pero, si veían a otra persona quebrantando la regla, aumentaba el porcentaje de personas que cruzaban cuando no debían.
También marcaba una diferencia la apariencia del hombre que cruzaba primero la calle. Era más probable que los peatones siguieran a alguien bien vestido (por ejemplo, vestido con traje, camisa y corbata, y zapatos bien lustrados) que a alguien que se veía un poco desprolijo (con pantalones sucios, camisa arrugada y zapatos gastados).
Esto nos dice mucho acerca de la conducta humana, ¿no es cierto?
Tendemos a ser influenciados por aquellos que nos rodean. ¿Y en cuanto a ti? ¿Te dejas desviar fácilmente de lo que sabes que es correcto? ¿Qué pasaría si el chico o la chica más popular de la escuela quiere que hagas algo que no deberías hacer?
“Hijo mío, presta atención y sé sabio; mantén tu corazón en el camino recto”. No te dejes desviar.
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson