Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe. (Hebreos 12:1).
El 26 de noviembre de 1827 nació Elena Harmon en Gorham, Maine. Cuando tenía 12 años oyó predicar a William Miller sobre la pronta venida de Jesús y su tierno corazón fue impactado de tal manera que pasó varias noches sin poder dormir, pensando que sus pecados no habían sido perdonados y que cuando Cristo viniera, ella estaría perdida eternamente. Tal fue su angustia que su madre la alentó para que consultara al pastor Stockman. Mientras este escuchaba las palabras de aquella joven, lágrimas brotaron de sus ojos y dijo: «Hija, creo que Dios te está preparando para una gran obra. El Espíritu Santo está trabajando en tu corazón y eso es una garantía de que la sangre de Cristo te ha limpiado y redimido. El te ama y no desea que te pierdas, así que, confía en él». Sobre esta experiencia ella escribió años más tarde: «Salí de su presencia llena de ánimo y consuelo».
Al igual que Elena, tú y yo podemos ir ante la presencia de Dios para obtener perdón y paz. El salmista nos dice: «Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios» (Sal. 51: 17). Aquella niña había nacido para ser ciudadana celestial y no perdió de vista el lugar que quería ocupar en el cielo. Sus últimas palabras fueron: «Se en quién he creído». Durante 87 años el ángel de Jehová estuvo a su lado librándola de las garras del maligno. En ocasiones fue sacudida violentamente por el torrente tempestuoso del mal, pero nada impidió que su fe creciera. Ella sabía que había creído en un Dios perdonador, misericordioso y justo. Hoy sus restos descansan inertes, aguardando aquella bendita esperanza con la que dejó este mundo.
¿Te gustaría que tu experiencia fuera similar a la de esta gran mujer? No se trata de un personaje de ficción, sino de una mujer como tú y yo, atribulada, sacudida por la muerte de dos de sus hijos, viuda durante varios años, enferma y muchas veces incomprendida; pero nada de eso la hizo flaquear.
¿Te consideras una ciudadana del reino celestial? No pierdas de vista tu meta.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera