Tengan cuidado: no se dejen llevar por quienes los quieren engañar con teorías y argumentos falsos. Colosenses 2:8
Es una palabra que está de moda: «cosmovisión». Se refiere a la manera particular en que cada persona entiende el mundo que la rodea. Es algo así como unos lentes que, sin darnos cuenta, nos colocamos para darle sentido a la realidad. ¿Por qué es importante la cosmovisión? Porque cada minuto estamos siendo bombardeados por mensajes que sutilmente nos intentan vender un sistema de valores que, con frecuencia, contradice nuestras creencias básicas. Y lo peor es que no estamos en guardia. Un ejemplo nos ayudará a entender este punto.
Un profesor universitario, de nombre Chris Leland, viajaba en avión cuando una señora que estaba sentada en el asiento de al lado le dio conversación.
—¿A qué se dedica usted? —le pregunta la señora.
—Enseño cosmovisión cristiana —responde el profesor.
___La señora no entiende qué significa eso, pero el profesor nota que ella tiene un libro en sus manos.
—Noto que está leyendo un libro. ¿Le gusta?
—Muchísimo —responde la señora—. Dice que debemos amarnos unos a otros. Entonces viene la pregunta:
—¿Cuál es la perspectiva del autor sobre ese tema?
La dama no entiende la pregunta.
—Me refiero —explica el profesor— a qué cree el autor sobre ese tema.
Otro silencio. Luego la señora dice lo que el profesor ha escuchado tantas veces en conversaciones similares:
—¡Qué más da! ¡Es solo un libro!
¿Solo un libro? El caso es que ningún libro es «solo un libro». Ninguna película es «solo una película». Ninguna canción es «solo una canción». Por medio de esa película, de ese libro, de esa canción, alguien te está tratando de decir algo. Alguien te está diciendo lo que piensa de Dios, del sexo, de lo bueno y lo malo. Que un libro hable del amor no es suficiente. ¿Amar a quién o a qué? ¿Amar a Dios y al prójimo? ¿O amar al prójimo tanto como a los árboles y a las focas?
¿Seguiremos «consumiendo» las ideas que los medios de comunicación nos presentan sin siquiera preguntarnos qué concepto de la vida nos están vendiendo? ¿O usaremos nuestro discernimiento para exponemos solo a lo que es verdadero, lo que es digno de respeto, lo que es recto? (Fil. 4:8).
En último término, terminaremos asemejándonos a lo que contemplamos.
Capacítame, Dios mío, para discernir hoy entre lo santo y lo profano.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala