sábado, 16 de enero de 2010

CON O SIN ORACIÓN

La paz os dejo, mi paz os doy; yo no la doy como el mundo la da. Ño se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo (S.Juan 14:27).

Una hemorragia nos obligó a internar a nuestro hijo en un hospital en San Pablo. Después de cinco días de sufrimiento, descubrieron la causa del sangrado: se había reventado una arteria en el intestino delgado. Wesley estaba muy débil y ya no se podía poner de pie. Los médicos hacían todo lo que podían, pero nosotros queríamos que la situación se resolviera rápidamente: queríamos que la hemorragia se detuviera. Recibió una trasfusión y fue remitido a la sala de cuidados intensivos. La salud de nuestro hijo estaba en las manos de Dios, y sabíamos que muchos hermanos de iglesia estaban orando por él. Verlo sufrir ante nosotros nos dolía, especialmente cuando no había nada que pudiéramos hacer.
Comencé a pensar: Este hospital ¿tiene los recursos necesarios para hacerse cargo de esta situación? Cuando interrogué a uno de los médicos, me aseguró que el hospital estaba bien equipado; sin embargo, no confié completamente en su respuesta. Mi familia, con el deseo de ayudar, había hecho los preparativos para transferirlo a otro hospital. Sin embargo, la decisión final la tomaría yo.
Pensé: Mis hijos nacieron en este hospital... me realicé varias cirugías aquí... de hecho, en este hospital todo se realiza con una oración. ¡Qué decisión difícil! ¿Llevar a mi hijo a un hospital con mejores recursos pero sin oración o dejarlo en este hospital modesto donde la oración tiene un papel protagónico? ¿Cómo decidir?
Me sentía frustrada y pensé: ¡Cómo me gustaría que Dios bajara y me dijera qué hacer! ¡No quiero cometer ningún error! En ese momento escuché la voz de Dios que me decía: "Estad quietos, y conoced que yo soy Dios". ¡Qué paz sentí! No tenía dudas de que mi hijo estaba en las manos de Dios, al cuidado de médicos calificados por él. ¡No sería transferido! El doctor realizó la cirugía con todo éxito al día siguiente. Actualmente, mi hijo es una persona sana y ha terminado sus estudios en leyes. Tiene un buen trabajo y pronto se casará. Pero, lo más importante de todo es que es feliz en Jesús. Pon tu dudas, temores y preocupaciones en las manos de Dios. Él siempre tiene cuidado de nosotras.
Elza. C. dos Santos
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

HACIA ADELANTE Y HACIA ARRIBA

Sigo avanzando hacía la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús. Filipenses 3:14.

¿Sabes lo que significa levantarse temprano día a día para seguir adelante? ¿Sabes lo que significa retomar el proyecto de tu vida cuando hay tantas voces que te dicen: «Mejor déjalo para mañana»? Támara Cornelio, que está hoy de cumpleaños, nos recuerda precisamente eso, el texto de esta mañana la ayuda a levantarse y continuar a pesar de los diversos obstáculos que enfrente.
O tal vez te pasa como a Carmen Rocío del Ángel López, que todavía se pregunta cómo es que Dios la introdujo en la carrera para llegar a ser médica cirujana. Tiene la seguridad de que Dios guió su vida y también su pluma en la realización del examen de admisión. Ella no conoce el futuro, pero no lo enfrenta con incertidumbre, pues tiene la confianza de que el mismo Dios que la ha guiado en el pasado, la acompañará hasta su destino en el cumplimiento de su misión.
Apenas ha transcurrido la mitad del primer mes del año y estoy seguro que ya te han asaltado pensamientos de abandonar tus planes y proyectos. Hasta es posible que hayas podido llegar a pensar en abandonar tus estudios, tu iglesia, tu familia y más. El apóstol Pablo tuvo muchas razones para abandonar su carrera en el servicio de Dios. Apenas se había convertido y ya «los judíos se pusieron de acuerdo para hacerlo desaparecer» (Hechos 9: 23). En su primer viaje misionero al lado de Bernabé fue expulsado de Antioquía de Pisidia (Hechos 13: 50), luego huyó a Iconio (Hechos 14: 1). Posteriormente fue apedreado en Listra y lo «arrastraron fuera de la ciudad, creyendo que estaba muerto» (Hechos 14: 19).
¿Sabes cuál fue el informe de este primer viaje misionero? «Cuando llegaron, reunieron a la iglesia e informaron de todo lo que Dios había hecho por medio de ellos, y de cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles» (Hechos 14: 27). En el texto de hoy Pablo asegura que nada lo detendría, ni los logros y dificultades del pasado. Solamente miraría hacía lo que estaba por venir.

«Desearía poder describir la belleza de la vida cristiana. Empezando en la mañana de la vida, gobernado por las leyes de la naturaleza y de Dios, el cristiano avanza progresivamente hacia adelante y hacia arriba». MJ 93


Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

MUERTE VICARIA Y SUSTITUÍA

Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros (Romanos 5: 8).

De acuerdo a la palabra de dios, la muerte de nuestro Señor no fue solo un suceso histórico, ni tampoco algo que realizó para beneficio de sí mismo. El apóstol Pablo nos dice que «murió por nosotros» (1 Tes. 5: 9); que fue entregado por «todos nosotros» (Rom. 8: 32); que se «entregó a sí mismo por nosotros» (Efe. 5: 2); que se hizo «maldición por nosotros» (Gal. 3: 13). Todas estas declaraciones apuntan hacia la actitud que Jesús tenía sobre su muerte. Él declaró: «Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos» (Mar. 10: 45). Esto es lo que llamamos una muerte vicaria.
El Señor decidió morir para salvar al pecador. Murió a favor de los pecadores. Él fue nuestro representante a través de la muerte, y nuestro sustituto en ella. El apóstol Pablo hace una declaración impresionante en 2 de Corintios 5:21: «Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios». Aquí Pablo dice que Dios trató a Cristo como pecador a causa de nosotros. Es decir, nosotros éramos los pecadores. Cristo no tenía pecado, pero Dios lo consideró como pecador a fin de que nosotros fuésemos considerados justos. Él ocupó nuestro lugar, tomó nuestro castigo y sufrió nuestra muerte; aceptó la maldición del pecado y cargó con su horrible peso. Esto es lo que significó para él tomar nuestro lugar, morir como nuestro representante.
Notemos las siguientes palabras inspiradas: «Cristo fue tratado como nosotros merecemos a fin de que nosotros pudiésemos ser tratados como él merece. Fue condenado por nuestros pecados, en los que no había participado, a fin de que nosotros pudiésemos ser justificados por su justicia, en la cual no habíamos participado. El sufrió la muerte nuestra, a fin de que pudiésemos recibir la vida suya. Por su llaga fuimos nosotros curados» (El Deseado de todas las gentes, pp. 16, 17). ¡Alabado sea Dios por el sacrificio vicario de Cristo!

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C.