A la caída del sol cayó sobre Abram un profundo sopor, y el temor de una gran oscuridad cayó sobre él. (Génesis 15:12).
Precisamente cuando Abraham estaba preocupado porque no sabía cómo iba a cumplir Dios en él la promesa de un pueblo numeroso, fue cuando recibió la promesa de un heredero. El Señor le dijo que mirara al cielo y contara las estrellas, si es que podía hacerlo, y añadió que más numerosa seria su descendencia, así que no tenía por qué preocuparse. Sin embargo, la Biblia no solo recoge el hecho de que un hombre pecador pudiera hablar con Dios, sino también la reacción humana, no siempre a la altura de lo esperado.
A veces juzgamos la falta de fe cíe estos personajes que habían visto los milagros divinos, pero estoy segura de que Dios continúa obrando en tu vicia y en la mía, y no siempre somos capaces de percibirlo.
Abraham había pasado el día hablando con Dios, y al caer la noche sintió miedo a la oscuridad. ¿Te has sentido así, insegura, indecisa, incrédula y confundida? Dios permitió que Abraham pasara por esa experiencia porque tenía algo importante que enseñarle a aquel que había de convertirse en el padre de la fe. Estas son las lecciones que nosotras podemos aprender de su experiencia:
• Hay que hacer silencio para poder escuchar. Si Abraham no hubiera dedicado tiempo a la comunión con Dios, no habría recibido la promesa.
• Hoy que saber escuchar a Dios. Abraham miró al cielo, vio las incontables estrellas, testigos de la promesa que Dios le daba, pero su corazón, aunque anhelaba sinceramente el cumplimiento de la promesa, no estaba totalmente convencido.
• Hay que esperar y confiar en Dios. Nuestro futuro está en las manos del Dios todopoderoso, así que no hay por qué temer.
Cuando quieras conversar con tu Dios, solo tienes que callar, escuchar y confiar en sus promesas. Cada mañana él desea conversar contigo, su voz se escucha en el latido de tu corazón. Dedica a él unos minutos antes de emprender tu jornada de trabajo y podrás escuchar la voz de Dios con un mensaje especial, lleno de amor.
La comunión, la convicción y la confianza te conectan con el cielo.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Precisamente cuando Abraham estaba preocupado porque no sabía cómo iba a cumplir Dios en él la promesa de un pueblo numeroso, fue cuando recibió la promesa de un heredero. El Señor le dijo que mirara al cielo y contara las estrellas, si es que podía hacerlo, y añadió que más numerosa seria su descendencia, así que no tenía por qué preocuparse. Sin embargo, la Biblia no solo recoge el hecho de que un hombre pecador pudiera hablar con Dios, sino también la reacción humana, no siempre a la altura de lo esperado.
A veces juzgamos la falta de fe cíe estos personajes que habían visto los milagros divinos, pero estoy segura de que Dios continúa obrando en tu vicia y en la mía, y no siempre somos capaces de percibirlo.
Abraham había pasado el día hablando con Dios, y al caer la noche sintió miedo a la oscuridad. ¿Te has sentido así, insegura, indecisa, incrédula y confundida? Dios permitió que Abraham pasara por esa experiencia porque tenía algo importante que enseñarle a aquel que había de convertirse en el padre de la fe. Estas son las lecciones que nosotras podemos aprender de su experiencia:
• Hay que hacer silencio para poder escuchar. Si Abraham no hubiera dedicado tiempo a la comunión con Dios, no habría recibido la promesa.
• Hoy que saber escuchar a Dios. Abraham miró al cielo, vio las incontables estrellas, testigos de la promesa que Dios le daba, pero su corazón, aunque anhelaba sinceramente el cumplimiento de la promesa, no estaba totalmente convencido.
• Hay que esperar y confiar en Dios. Nuestro futuro está en las manos del Dios todopoderoso, así que no hay por qué temer.
Cuando quieras conversar con tu Dios, solo tienes que callar, escuchar y confiar en sus promesas. Cada mañana él desea conversar contigo, su voz se escucha en el latido de tu corazón. Dedica a él unos minutos antes de emprender tu jornada de trabajo y podrás escuchar la voz de Dios con un mensaje especial, lleno de amor.
La comunión, la convicción y la confianza te conectan con el cielo.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera