Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído (Isaías 65:24).
A las 6 de la mañana sonó la alarma del celular, avisándome que tendría un examen a las 8. Ese día, mientras hacía mi devoción personal, le pedí a Dios que me mostrara el camino, porque no estaba segura del lugar donde debía tomar el examen.
Después de desayunar, me preparé y fui a la calle, y me dirigí hacia donde tomaría el autobús. Era temprano, pero comencé a preocuparme por la demora. Entonces oré, con un poco de impaciencia: Señor, ¡envía el autobús pronto! Antes de que terminara de orar, el autobús había llegado. Pensé en preguntar al conductor dónde debía bajarme, pero permanecí en silencio ya que este había sido el autobús que me habían indicado cuando pedí la infor-mación. Y oré una vez más: Señor, ¡muéstrame el camino!
Tenía cierta idea de la parada en que debía bajarme, pero no sabía qué dirección tomar desde allí. Me bajé del autobús y comencé a caminar. Cuando corroboré la dirección, me di cuenta de que Dios me había guiado a la calle correcta. Ahora solo me quedaba encontrar la facultad. Oré con gratitud en mi corazón: Señor, muéstrame el camino, muéstrame dónde está la facultad. Cuando terminé de orar, levanté la vista y vi el letrero de la facultad. ¡Había llegado treinta minutos antes!
Dios nos escucha inclusive antes de que hablemos, y nos responde antes de que hayamos terminado de expresar nuestra petición. ¡Cuán maravilloso es tener la seguridad de la presencia del Señor! No tenemos nada que temer a su lado; se nos asegura la victoria.
El día del examen aprendí cuan bueno es caminar con Dios y depender de él a cada instante. Cuan bueno es sentir su presencia con nosotros y saber que podemos confiar en él frente a todas las situaciones de la vida.
El Señor nos escucha y está cerca de nosotros. Que nada nos impida hoy hablar con Dios, contarle todas nuestras dificultades, y agradecerle porque siempre nos escucha y sabe lo que es mejor para nosotros.
Que tu corazón diga: Señor, gracias por ayudarme a buscarte. Quédate conmigo hoy, camina, conmigo y guía mis pasos. Amén.
A las 6 de la mañana sonó la alarma del celular, avisándome que tendría un examen a las 8. Ese día, mientras hacía mi devoción personal, le pedí a Dios que me mostrara el camino, porque no estaba segura del lugar donde debía tomar el examen.
Después de desayunar, me preparé y fui a la calle, y me dirigí hacia donde tomaría el autobús. Era temprano, pero comencé a preocuparme por la demora. Entonces oré, con un poco de impaciencia: Señor, ¡envía el autobús pronto! Antes de que terminara de orar, el autobús había llegado. Pensé en preguntar al conductor dónde debía bajarme, pero permanecí en silencio ya que este había sido el autobús que me habían indicado cuando pedí la infor-mación. Y oré una vez más: Señor, ¡muéstrame el camino!
Tenía cierta idea de la parada en que debía bajarme, pero no sabía qué dirección tomar desde allí. Me bajé del autobús y comencé a caminar. Cuando corroboré la dirección, me di cuenta de que Dios me había guiado a la calle correcta. Ahora solo me quedaba encontrar la facultad. Oré con gratitud en mi corazón: Señor, muéstrame el camino, muéstrame dónde está la facultad. Cuando terminé de orar, levanté la vista y vi el letrero de la facultad. ¡Había llegado treinta minutos antes!
Dios nos escucha inclusive antes de que hablemos, y nos responde antes de que hayamos terminado de expresar nuestra petición. ¡Cuán maravilloso es tener la seguridad de la presencia del Señor! No tenemos nada que temer a su lado; se nos asegura la victoria.
El día del examen aprendí cuan bueno es caminar con Dios y depender de él a cada instante. Cuan bueno es sentir su presencia con nosotros y saber que podemos confiar en él frente a todas las situaciones de la vida.
El Señor nos escucha y está cerca de nosotros. Que nada nos impida hoy hablar con Dios, contarle todas nuestras dificultades, y agradecerle porque siempre nos escucha y sabe lo que es mejor para nosotros.
Que tu corazón diga: Señor, gracias por ayudarme a buscarte. Quédate conmigo hoy, camina, conmigo y guía mis pasos. Amén.
Carmem Virginia
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken
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Autora: Ardis Dick Stenbkken