Te pondrá Jehová por cabeza y no por cola. (Deuteronomio 28:13)
Ayer hablábamos de las tres dimensiones en las que somos libres de realizar movimientos para ir definiendo los límites de nuestro carácter. ¿Pudiste situarte en alguna?
El versículo de hoy nos sitúa directamente en una dimensión, pues si el deseo de Dios es colocarnos por cabeza y no por cola, eso significa que desea que estemos encima, y no debajo. ¡Esa es la dimensión que Dios quiere darle a tu vida! Así como el pueblo de Israel ocupaba un lugar único en el espacio social de su época, Dios desea darte la cumbre del éxito, que alcances el lugar más alto que puedas alcanzar, desea que te desarrolles al máximo en el plano vertical.
Si te encuentras actualmente en la dimensión del topo, desesperada, despreciada, vacía y sin fuerzas para salir de ella, escucha lo que Dios tiene que decirte: «En todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó» (Rom. 8: 37). Son muchas las personas que se han encontrado en esta dimensión pero que, por la gracia divina, han logrado superarla. Si, por el contrario, te encuentras a merced del vaivén moderno, rodeada de admiradores que te halagan por tu forma de vestir, de hablar o de conducirte, recuerda que «ancha es la puerta y espacioso es el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella» (Mat. 7: 13). Y si anhelas la dimensión que requiere fuerza de voluntad, firmeza, lealtad y sólidos principios, escucharás las palabras: «Angosta es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida» (Mat. 7: 14).
¿Te das cuenta de que todo depende de tus decisiones? No sé cuál es tu situación actual. Si te encuentras tratando de subir un peldaño en la vida, solo tienes que mirar hacia arriba. Si para María Magdalena, que se escondía bajo la tierra, hubo salida; si para la mujer que estuvo enferma muchos años, la esperanza se hizo realidad; si para la sirofenicia hubo oportunidad, confía en que tu caso no está perdido.
Busca tu espacio en las manos firmes de tu amante Salvador. Aférrate a la promesa: «Te pondré por cabeza y no por cola».
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Ayer hablábamos de las tres dimensiones en las que somos libres de realizar movimientos para ir definiendo los límites de nuestro carácter. ¿Pudiste situarte en alguna?
El versículo de hoy nos sitúa directamente en una dimensión, pues si el deseo de Dios es colocarnos por cabeza y no por cola, eso significa que desea que estemos encima, y no debajo. ¡Esa es la dimensión que Dios quiere darle a tu vida! Así como el pueblo de Israel ocupaba un lugar único en el espacio social de su época, Dios desea darte la cumbre del éxito, que alcances el lugar más alto que puedas alcanzar, desea que te desarrolles al máximo en el plano vertical.
Si te encuentras actualmente en la dimensión del topo, desesperada, despreciada, vacía y sin fuerzas para salir de ella, escucha lo que Dios tiene que decirte: «En todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó» (Rom. 8: 37). Son muchas las personas que se han encontrado en esta dimensión pero que, por la gracia divina, han logrado superarla. Si, por el contrario, te encuentras a merced del vaivén moderno, rodeada de admiradores que te halagan por tu forma de vestir, de hablar o de conducirte, recuerda que «ancha es la puerta y espacioso es el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella» (Mat. 7: 13). Y si anhelas la dimensión que requiere fuerza de voluntad, firmeza, lealtad y sólidos principios, escucharás las palabras: «Angosta es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida» (Mat. 7: 14).
¿Te das cuenta de que todo depende de tus decisiones? No sé cuál es tu situación actual. Si te encuentras tratando de subir un peldaño en la vida, solo tienes que mirar hacia arriba. Si para María Magdalena, que se escondía bajo la tierra, hubo salida; si para la mujer que estuvo enferma muchos años, la esperanza se hizo realidad; si para la sirofenicia hubo oportunidad, confía en que tu caso no está perdido.
Busca tu espacio en las manos firmes de tu amante Salvador. Aférrate a la promesa: «Te pondré por cabeza y no por cola».
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera