Lugar: Suecia
Palabra de Dios: Gálatas 4:4; 1 Timoteo 6:15.
Si quieres saber qué hora es, sal afuera y observa algunas flores. Eso es lo que Carlos Linneo, un naturalista del siglo XVIII, descubrió mientras recorría Suecia coleccionando y observando diferentes tipos de plantas.
Una mañana de verano, se despertó temprano para salir y observar un par de especies de flores silvestres. Notó que a las 6:30 de la mañana las flores de la "Barba de halcón" se habían abierto complemente, mientras que las flores de una planta parecida al "Diente de león" no se habían abierto todavía, y no lo harían durante media hora más.
Linneo creía que podía decir la hora tan solamente con mirar una cantidad de flores, así que comenzó a registrar el momento en que las flores se abrían durante el día. La más madrugadora de su jardín era la "Barba de cabra", una flor que se abría a las 3 de la mañana. La "Achicoria silvestre" se abría una hora más tarde. Otras plantas florecían a lo largo de la mañana hasta las 11 era cuando la última planta, la "Escarchada", abría sus pétalos.
Linneo también observó que las flores se cerraban a horas específicas. Por ejemplo, la "Oreja de ratón" cerraba sus pétalos a las 10 de la mañana, pero la "Flor de un día" florecía hasta las 8 de la noche. Los científicos, hoy en día, denominan a este fenómeno foto periodicidad: flores que se abren y se cierran respondiendo a la cantidad de luz diurna. Quizá quieras registrar los horarios de las flores de tu jardín algún día.
Las flores y la foto periodicidad nos dan una señal de que Dios, el Creador, tiene un maravilloso sentido de la coordinación del tiempo. Él hace las cosas de acuerdo con su perfecta línea de tiempo. Por ejemplo, la Biblia dice que "cuando se cumplió A plazo, Dios envió a su Hijo", y que "Dios a su debido tiempo hará que su segunda venida se cumpla".
Así que, cada vez que veas una flor, recuerda que puedes confiar en los tiempos de Dios. Él tiene todo bajo control y llevará a cabo las cosas cuando sea el momento correcto.
Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson