viernes, 12 de febrero de 2010

EL ENDEREZARA TUS PASOS

Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas (Proverbios 3:5, 6).

¡Transplante total de rodilla! Había postergado continuamente la cirugía inevitable por casi nueve años. Mientras esperaba algún nuevo procedimiento para las rodillas, continuamente le pedía al Señor que me guiara. ¿Cuándo y dónde debía realizarme la cirugía? ¿A qué médico debía ir para la intervención?
Mi hija quería que me operara en Michigan. El problema era que mi hija, mi hijo y sus cónyuges trabajaban. Ninguno de ellos estaría disponible para llevarme a la rehabilitación tres veces por semana.
Entonces, mi hermana Joyce, enfermera jubilada, me sugirió que me operara cerca de su casa en Carolina del Sur, y me quedara con ella. Su casa es de un piso y ella podría llevarme a la rehabilitación. Mi otra hermana, Peg, y su esposo, Gene, también están jubilados y viven en la casa contigua a Joyce. Como era de esperar, necesitaría que ellos ocuparan el lugar de Joyce cuando ella tuviera viajar fuera de la ciudad. Otro punto a favor era que todos ellos vivían en Sun City, que es una comunidad encantadora para mi recuperación.
Averigüé acerca de dos médicos en la zona y pedí un turno con uno de ellos. Un mes antes de mi turno, mi cuñado Gene compartió conmigo un artículo acerca de un tercer médico que usaba un nuevo procedimiento con la ayuda de una computadora. Hacía una incisión pequeña y no necesitaba cortar la rótula, como lo haría el otro doctor. Esto significaría menos dolor y una rápida recuperación. También utilizaba diferentes tamaños de implantes, a fin de que coincidieran con la estructura del hueso. Por lo tanto, me decidí por el tercer profesional.
Mi recuperación fue asombrosa, y no experimenté el dolor insoportable del que me habían hablado. Camino sin el bastón y subo las escaleras sin problemas. Pasaron solo seis semanas y media, y conduje seiscientos cuarenta kilómetros hasta mi hogar en pocos días.
Puedes confiar en el Señor. Respondió mis oraciones, me guió y proveyó Para todas mis necesidades. Está muy interesado en cada una de nosotras. Agradécele diariamente.
Patricia Mulraney Kovalsky
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer

Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

DEFENDER EL HONOR DE DIOS

Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. 1 Samuel 17:45.

¿A qué «Goliat» harás frente hoy? Puede ser que ya lo hayas identificado y tal vez te ha desafiado durante días o incluso semanas. O puede ser que se te presenté hoy sorpresivamente. Lo que más llama la atención de este pasaje es la sensibilidad de David al honor de Dios. Simplemente se rehusó a escuchar de nuevo semejantes insultos al Padre celestial. Decidió que no escucharía de nuevo esas palabras irreverentes. Le haría frente al gigante.
Si David lo mataba, Goliat ya no podría abrir su boca. Y si lo mataban a él, pues ya no tendría oídos para escuchar. Una clara decisión a defender el honor de Dios. Las palabras de David en el versículo 26 del capítulo que es la base de nuestra meditación de hoy, nos hablan de esta sensibilidad. El joven hebreo consideró el reto de Goliat como un oprobio revestido de provocaciones irreverentes contra el «Dios viviente». La decisión de David era firme. Cuando sus hermanos trataron de minimizar su interés, habló con otros, hasta que sus palabras llegaron a oídos del rey. Dios utilizó a David porque él le ofreció sus convicciones firmes de defender su honor aunque le costara la vida.
Actualmente, casi en todos los países del mundo occidental, defender el honor de Dios no es una amenaza de vida. Pero hay que reconocer también que la gran cantidad de entretenimientos han golpeado nuestra sensibilidad espiritual y no llegamos a darnos cuenta de la dimensión de los insultos al honor de Dios que salen de la televisión, de los campos de juego, de los instrumentos musicales y de las letras de muchas canciones, y de muchos sitios en internet.
Hoy se necesitan jóvenes que salgan en el nombre de Dios a enfrentar los grandes gigantes que llenan de temor a millones de jóvenes, que no saben qué hacer. ¿Deseas luchar en el nombre de Dios tal como lo hizo David? Entonces no tardes más.
«El deseo de honrar a Dios debiera ser para nosotros el más poderoso de los motivos. MJ 147

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

EL IDEAL DE DIOS PARA EL HOMBRE

Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios (Mateo S: 8).

El ser humano es malo, por lo tanto, necesita justicia. El hombre está manchado por el mal, luego necesita limpieza del pecado. La raza humana es impura por causa del pecado, necesita santidad. Sin estas características nunca podremos estar en la presencia de Dios. Por eso el Señor lo dijo claramente: «Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados» (Mat. 5: 6). «Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor» (Heb. 12: 14). El ideal que Dios tiene para sus hijos lo constituye él mismo: «El blanco a alcanzarse es la piedad, la semejanza a Dios [...]. Tiene que alcanzar un objeto, lograr una norma que incluye todo lo bueno, puro y noble» (La educación, p. 16).
Para ser salvos necesitamos una justicia que no tenemos, porque somos seres naturalmente manchados por el mal. Surge en nuestra mente una pregunta crucial: ¿Cómo podemos conseguir esta justicia? ¿Podremos obtenerla mediante nuestra fuerza de voluntad y nuestros esfuerzos personales?
Estamos acostumbrados a pensar que muchas cosas las podemos conseguir con la fuerza de voluntad. Conocemos el dicho popular: «El que quiere, puede». O, dicho de otra manera: «Querer es poder». ¿Funciona esto en el mundo espiritual? ¿Podremos ser buenos si nos lo proponemos?
Es en esta coyuntura que se nos confunden las ideas. Pensamos que hacer el bien es lo mismo que ser buenos. Que si logramos hacer cosas buenas, entonces seremos buenos. Sabemos que el buen ciudadano es aquel que se comporta civilmente bien. Si pagas tus impuestos y no le haces mal a nadie, eres bueno. Si vas a la iglesia y cumples con sus normas y reglamentos, eres bueno. Pensamos que la bondad se mide con acciones. Solo basta un momento de reflexión para darnos cuenta que hacer el bien no es lo mismo que ser buenos. Hay tantas personas que hacen cosas buenas, pero que están muy lejos de ser buenas. Podemos hacer el bien y tener motivos malos. El hacer no siempre corresponde al ser. El único que es bueno es Dios (Mat. 19: 17), porque en él, el ser y el hacer se corresponden absolutamente. ¿Podremos, nosotros seres humanos manchados por el mal, hacer lo bueno y ser buenos al mismo tiempo?

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C