viernes, 22 de marzo de 2013

COPOS DE NIEVE


Lugar: Puerto Rico 
Palabra de Dios: Salmo 34:8

Jaita estaba sentada en su escritorio, observando un documental de las cuatro estaciones. Habiendo vivido en Puerto Rico toda su vida, era difícil imaginar las hojas cambiando de color y los árboles desnudos. Y ¿copos de nieve cayendo del cielo? Solamente había oído hablar de ello, y lo había visto en fotos.
Mientras el narrador comentaba lo singular que era cada copo de nieve, Anita se preguntaba cómo sería caminar en la nieve. ¿Cuán fría sería? ¿Qué sensación te daría? La pantalla mostraba a un grupo de niños que jugaban en la nieve. Parecían divertirse mucho bajando una colina en trineo o haciendo un muñeco de nieve, o con una "guerra de bolas de nieve".
Unos años más tarde, Anita vio nieve por primera vez cuando se mudó a los Estados Unidos para estudiar en la universidad. Aunque tuvo muchas experiencias nuevas en sus primeros meses allí, la más bella fue en diciembre, cuando cayó la primera nevada.
Anita se detuvo en la vereda, mirando la pequeña capa de blanco que lo cubría todo. No se dio cuenta del grupo de alumnos que pasó corriendo por al lado de ella. Apenas sentía el frío mientras miraba hacia arriba, contemplando cómo caían del cielo los copos blancos. En lugar de eso, sacó la lengua para atrapar la nieve y dejar que se derritiera.
Esa fue una experiencia que Anita nunca olvidaría. Aunque había oído hablar de la nieve, había leído acerca de ella y hasta había visto videos de ella, sentir la nieve por sí misma fue una experiencia totalmente nueva.
Hay una diferencia entre aprender acerca de algo y experimentarlo por uno mismo. Esa es la razón por la cual la Biblia nos anima: "Prueben y vean que el Señor es bueno" No creas en lo que otro dice, experimenta a Dios por ti mismo como tu Salvador y tu amigo.

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

LA TECLA MÁS USADA


«Y nunca más me acordaré de sus pecados y maldades.» Y cuando estos han sido perdonados, ya no hace falta otro sacrificio por el pecado. Hebreos 10:17-18

En la década de los setenta escribí mi primera tesis, requisito indispensable para hacer válida la licenciatura que cursaba. Aún recuerdo la tortura de escribir más de cien páginas en aquellas ruidosas y aparatosas máquinas mecánicas. Siendo que una tesis no debía llevar ninguna corrección, un error cometido en una página significaba escribir nuevamente toda la página, porque no habla ninguna manera de corregir; faltaban teclas a las que hoy nos hemos acostumbrado.
Gracias al avance de la tecnología, mi segunda tesis la pude escribir en una computadora, que tenía la tecla más maravillosa de todas: «Suprimir». Con apenas darle un pequeño golpecito, reaccionaba y deshacía automáticamente todos los errores. «¡Qué maravilla!», pensé después de tantos desvelos en mi primer trabajo, pues ahora, con una simple tecla, podía superar el temor a echar a perder todo mi esfuerzo.
A veces pienso que alguien debería inventar una tecla «suprimir» para que, al pulsarla, automáticamente se borraran todos los errores de nuestra vida... pero no puede ser así. Los errores y pecados cometidos quedan registrados en nuestra mente y nuestro corazón, dejando en algunas personas marcas imposibles de borrar.
La buena noticia es que los errores de nuestra vida pueden ser borrados y arrojados a lo profundo de la mar, pero esa no es obra nuestra; no basta con pulsar los botones de nuestra mente con una buena psicoterapia. Es la obra del Espíritu Santo en la mente y el corazón de los hombres y las mujeres que acuden a Dios en busca de perdón. Y es tu privilegio en este día.
Eso no significa que por el hecho de que Dios te permita corregir tus errores, puedas actuar con descuido y equivocarte a diestra y siniestra. Sé consciente de ello y, si vives atormentada tratando de borrar tus errores e intentado reescribir las páginas de tu vida, vuélvete hacia Dios; no es tan difícil. Tienes un manual para conducirte al Señor: la Santa Biblia.
Deja que el Señor toque, pulse, y haga sensible tu alma para que, llena de arrepentimiento, puedas participar del «Programa celestial de restauración». La tecla «suprimir» de Dios nos dice: «Yo les perdonaré sus iniquidades, y nunca más me acordaré de sus pecados» (Heb. 8:12).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

EL PRIVILEGIO DE OLVIDAR



Yo soy el que por amor a mí mismo borra tus transgresiones y no se acuerda más de tus pecados (Isaías 43:25).


Ayer te conté de Kim Peek, una persona que tenía la capacidad extraordinaria de recordar con precisión todo lo que leía y memorizó durante su vida alrededor de doce mil libros. Hace algún tiempo pregunté a un grupo de estudiantes universitarios si les gustaría tener una memoria perfecta como la de Kim Peek. Me imagino que él no pasaba la vergüenza de olvidar el nombre de una persona y no tenía que pasar horas preparándose para un examen de historia. Uno de los estudiantes me respondió, sin embargo, que no le gustaría. Su respuesta me sorprendió, pero creo que tenía razón.
La asombrosa memoria de Kim Peek no fue siempre fácil de sobrellevar para sus padres. Desde joven, Kim había memorizado una gran cantidad de obras musicales y también las de Shakespeare. El problema es que era muy estricto con todo lo que escuchaba. Los padres comentaron que tuvieron que dejar de ir a conciertos y al teatro, porque si uno de los músicos o de los actores se equivocaba, Kim se ponía de pie y corregía al actor en plena acción, o gritaba: «¡Un momento! El trombón tocó mal una nota».
La capacidad de olvidar las cosas negativas del pasado es también una bendición. En muchas ocasiones nuestra memoria es fuente de dolor y vergüenza. Cada vez que recordamos el mal que nos hicieron o la burla a la que fuimos sometidos, volvemos a sentir dolor y vergüenza. En otras ocasiones, quisiéramos que todos olvidaran los errores graves que hemos cometido. El problema es que así como no podemos recordar todo lo que queremos, tampoco podemos borrar de nuestra memoria, o la de otros, todo lo que deseamos.
Dios nos ha hecho, sin embargo, dos promesas maravillosas. La primera es que él ha decidido borrar de su memoria todos nuestros pecados y rebeliones. ¡Admirable! Podemos ser perfectos ante su mirada. La segunda promesa es que en la tierra nueva que creará, Dios ha prometido borrar de la memoria del universo las cosas pasadas (Isaías 65:17). Esto significa que no sufriremos dolor o vergüenza por nuestro pasado. ¿Por qué no le pides a Jesús que empiece en este mismo momento y borre tus pecados de su memoria y te prepare para que vivas en ese mundo donde el pasado ya no será recordado? Así comenzarás a disfrutar las maravillas del mundo venidero.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

DIOS REVELADO EN LA NATURALEZA Y EN JESÚS


Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas. Romanos 1:20.

Las obras creadas de Dios son una historia pictórica de ministerio. El sol hace su obra prefijada en ministrar a toda la naturaleza animada e inanimada. Causa que los árboles crezcan y rindan sus bendiciones en frutos. Causa que la vegetación florezca para el beneficio de todos. La luna también tiene su misión. Produce luz en la noche para nuestra felicidad, y las estrellas también se forman en los cielos para ministrar a favor del regocijo del mundo. Ninguno de nosotros puede entender plenamente la función de estos vigilantes nocturnos, pero todos tienen su obra de ministerio.
Las aguas profundas también tienen su lugar en el gran plan de Dios. Las montañas y las rocas son tema de la meditación, y contienen lecciones para el estudiante. Todo en la naturaleza, la flor más humilde y la hierba que alfombra la tierra con su cobertura verde, proclama la bondad y el amor de Dios hacia nosotros...
Sus pensamientos y obras están tan conectados entre sí que podemos leer en la naturaleza el gran amor de Dios por un mundo caído. El universo contiene una gran obra de arte de la sabiduría infinita en la diversidad innumerable de sus grandes obras, que en su incomparable variedad forman un todo perfecto.
Cuando se las investiga de cerca, las innumerables providencias de Dios en el mundo natural muestran estar conectadas unas con otras, y al trazar estos eslabones en la cadena de la providencia, somos llevados a familiarizarnos más con el gran Centro. Esta es una verdad digna de estudio cuidadoso. Jesucristo es la única gran Unidad; él posee los atributos que armonizan todas las diversidades. Y él, el Don sobre todo don, fue dado a nuestro mundo para dar expresión a la mente y el carácter de Dios, para que todo ser inteligente que desea pueda ver a Dios en la revelación de su Hijo.
Todas estas cosas fueron dadas por Dios a la familia humana... ¿Ha pensado usted en las obras creadas de Dios como preparadas por sus manos para ministrar a favor de la felicidad de la familia humana?...
Hay una recompensa preciosa que aguarda a los que son fieles en su ministerio. Tendrán un hogar en las mansiones que Cristo ha ido a preparar para los que lo aman y esperan su aparición.— Youth´s Instructor, 19 de agosto de 1897.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White