viernes, 12 de marzo de 2010

VIVIENDO CON TIEMPO PRESTADO

En tu mano están mis tiempos; líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores. Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; sálvame por tu misericordia (Salmo 31:15, 16).
Neva Jiménez ha sido misionera en las islas del Pacífico por más de veinte años. Mientras ella y su esposo, Levi, trabajaban en Papua Nueva Guinea, a Neva le diagnosticaron cáncer de mama. Pasó tres meses en Australia recibiendo tratamientos, terapia y una operación. A esta maravillosa mujer de fe y valor se le dijo que tenía un período de tiempo específico para vivir. Ella permaneció en el amor del Señor, todavía trabaja para Dios, y está sana y fuerte: un testimonio viviente de lo que Dios puede hacer por quienes lo aman.
Mi familia tiene el privilegio de ser vecina de la familia Jiménez. Sus hijos son los mejores amigos de mis hijos. La música y los cantos hermosos que provienen de su hogar, cada mañana y cada tarde, son una bendición para nosotros.
Yo también estuve enferma y tuve que hacer reposo en mi hogar, y me sentía útil y desesperanzada. Muchas veces le contaba a Dios que mi deseo era continuar trabajando como misionera en Papua, Nueva Guinea. Un sábado,mis hijos llegaron de la iglesia y anunciaron: "Mamá, la tía Neva dijo que la comunidad filipina vendrá a visitarte esta tarde". Cuando ellos llegaron, cantamos y compartimos testimonios del amor y el cuidado de Dios. Me sentí ricamente bendecida, y el centro de mi atención desapareció mientras escuchaba a este grupo de personas maravillosas que compartía sus testimonios de como Dios había intervenido en sus enfermedades y los había curado; de cómo Dios había obrado milagros en sus vidas.
Al finalizar, Neva me abrazó y me dijo con una sonrisa: "Flori, tú sabes que vivo con tiempo prestado. Dios tiene otro plan para mí, y sé que le importo. Ella relató sus experiencias, y cómo ahora era capaz de continuar sirviendo al Señor y disfrutando sus bendiciones. Ella eligió la canción "Un día a la vez," una canción que coincidía con su testimonio. Me sentí fortalecida aquel día. Dios nos regala el tiempo, y desea que su amor brille en nuestros rostros. Seamos valientes, y contemos a otras que con Dios todo es posible y que su amor nunca falla. Todas vivimos con tiempo prestado. Saquemos provecho a cada día compartiendo su amor.
Flon Bola
En tu mano están mis tiempos; líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores. Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; sálvame por tu misericordia (Salmo 31:15, 16).
Neva Jiménez ha sido misionera en las islas del Pacífico por más de veinte años. Mientras ella y su esposo, Levi, trabajaban en Papua Nueva Guinea, a Neva le diagnosticaron cáncer de mama. Pasó tres meses en Australia recibiendo tratamientos, terapia y una operación. A esta maravillosa mujer de fe y valor se le dijo que tenía un período de tiempo específico para vivir. Ella permaneció en el amor del Señor, todavía trabaja para Dios, y está sana y fuerte: un testimonio viviente de lo que Dios puede hacer por quienes lo aman.
Mi familia tiene el privilegio de ser vecina de la familia Jiménez. Sus hijos son los mejores amigos de mis hijos. La música y los cantos hermosos que provienen de su hogar, cada mañana y cada tarde, son una bendición para nosotros.
Yo también estuve enferma y tuve que hacer reposo en mi hogar, y me sentía útil y desesperanzada. Muchas veces le contaba a Dios que mi deseo era continuar trabajando como misionera en Papua, Nueva Guinea. Un sábado,mis hijos llegaron de la iglesia y anunciaron: "Mamá, la tía Neva dijo que la comunidad filipina vendrá a visitarte esta tarde". Cuando ellos llegaron, cantamos y compartimos testimonios del amor y el cuidado de Dios. Me sentí ricamente bendecida, y el centro de mi atención desapareció mientras escuchaba a este grupo de personas maravillosas que compartía sus testimonios de como Dios había intervenido en sus enfermedades y los había curado; de cómo Dios había obrado milagros en sus vidas.
Al finalizar, Neva me abrazó y me dijo con una sonrisa: "Flori, tú sabes que vivo con tiempo prestado. Dios tiene otro plan para mí, y sé que le importo. Ella relató sus experiencias, y cómo ahora era capaz de continuar sirviendo al Señor y disfrutando sus bendiciones. Ella eligió la canción "Un día a la vez," una canción que coincidía con su testimonio. Me sentí fortalecida aquel día. Dios nos regala el tiempo, y desea que su amor brille en nuestros rostros. Seamos valientes, y contemos a otras que con Dios todo es posible y que su amor nunca falla. Todas vivimos con tiempo prestado. Saquemos provecho a cada día compartiendo su amor.
Flon Bola
En tu mano están mis tiempos; líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores. Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; sálvame por tu misericordia (Salmo 31:15, 16).
Neva Jiménez ha sido misionera en las islas del Pacífico por más de veinte años. Mientras ella y su esposo, Levi, trabajaban en Papua Nueva Guinea, a Neva le diagnosticaron cáncer de mama. Pasó tres meses en Australia recibiendo tratamientos, terapia y una operación. A esta maravillosa mujer de fe y valor se le dijo que tenía un período de tiempo específico para vivir. Ella permaneció en el amor del Señor, todavía trabaja para Dios, y está sana y fuerte: un testimonio viviente de lo que Dios puede hacer por quienes lo aman.
Mi familia tiene el privilegio de ser vecina de la familia Jiménez. Sus hijos son los mejores amigos de mis hijos. La música y los cantos hermosos que provienen de su hogar, cada mañana y cada tarde, son una bendición para nosotros.
Yo también estuve enferma y tuve que hacer reposo en mi hogar, y me sentía útil y desesperanzada. Muchas veces le contaba a Dios que mi deseo era continuar trabajando como misionera en Papua, Nueva Guinea. Un sábado,mis hijos llegaron de la iglesia y anunciaron: "Mamá, la tía Neva dijo que la comunidad filipina vendrá a visitarte esta tarde". Cuando ellos llegaron, cantamos y compartimos testimonios del amor y el cuidado de Dios. Me sentí ricamente bendecida, y el centro de mi atención desapareció mientras escuchaba a este grupo de personas maravillosas que compartía sus testimonios de como Dios había intervenido en sus enfermedades y los había curado; de cómo Dios había obrado milagros en sus vidas.
Al finalizar, Neva me abrazó y me dijo con una sonrisa: "Flori, tú sabes que vivo con tiempo prestado. Dios tiene otro plan para mí, y sé que le importo. Ella relató sus experiencias, y cómo ahora era capaz de continuar sirviendo al Señor y disfrutando sus bendiciones. Ella eligió la canción "Un día a la vez," una canción que coincidía con su testimonio. Me sentí fortalecida aquel día. Dios nos regala el tiempo, y desea que su amor brille en nuestros rostros. Seamos valientes, y contemos a otras que con Dios todo es posible y que su amor nunca falla. Todas vivimos con tiempo prestado. Saquemos provecho a cada día compartiendo su amor.
Flon Bola
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

PLENA CONFIANZA EN EL JUEZ Y EN SU JUSTICIA

Juzgará al mundo con justicia; gobernará a los pueblos con equidad. Salmos 9:8.

Justicia, ¡qué concepto tan elusivo, complejo y sugerente! No hay una definición lo suficientemente clara y aceptada por todos, pues la justicia carece de realidad material; no puede ser pesada, palpada, ni medida. Además, su significado y su sentido han cambiado para la gente común y para los grandes pensadores a través de la historia. Bueno, esa es la justicia humana, que se supone mantiene a la sociedad en equilibrio. Por eso tiene que haber incluso un Tribunal Internacional para asegurar el trato imparcial y equitativo de todos los habitantes del planeta Tierra.
El Salmo 9 ha sido llamado un «Canto de acción de gracias». Este poema alaba a Dios por ser el Juez justo que castiga a los impíos y defiende a los oprimidos. El texto de hoy parece estar explicado en Apocalipsis. 20: 12 y 13, donde Dios ejerce su autoridad para juzgar en armonía con sus infalibles libros de registro. Así como Dios fue el Juez justo en el caso histórico que evoca el Salmo 9, también lo será en el juicio final. La justicia es uno de los grandes fundamentos del gobierno de Dios. «La rectitud y la justicia son la base de su trono» (Salmos 97: 2).
Cristo nos insta a buscar la justicia de Dios como una acción prioritaria en nuestra vida: «Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas» (Mateo 6: 33). «Todas estas cosas». Todas sus bendiciones vendrán por añadidura. ¿No es maravillosa la justicia divina? La Palabra de Dios nos dice que Jesús, después de su ascensión al cielo, asumió la función de Sumo Sacerdote (Hebreos 8: 1, 2), Intercesor (Hebreos 7: 25; Romanos 8: 38) y Abogado (1 Juan 2: 1, RV95), y a la vez, ¡de Juez! (Juan 5: 22), para dedicarse a la obra del juicio.
Su participación en esta obra garantiza la justicia divina, y la absolución de todos los que se acojan a su gracia salvadora. Jesús vendrá y no tardará.
«Acérquense al tribunal de Dios y observen, como a la luz de Dios, si hay algún pecado secreto, alguna iniquidad, algún ídolo que no hayan sacrificado». MJ 81, 82.

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

LA CONTRICIÓN

La tristeza que proviene de Dios produce el arrepentimiento que lleva a la salvación, de la cual no hay que arrepentirse, mientras que la tristeza del mundo produce la muerte (2 Corintios 7: 10).

El siguiente paso en la dinámica de la salvación es lo que los teólogos llaman contrición. Esta se define como el dolor profundo que una persona siente por haber ofendido a Dios. Cuando la fe nos confronta con la persona de un Dios amoroso que quiere ayudarnos a resolver el mal en nosotros, nos sentimos tristes y apenados. Este sentimiento también es producido por el Espíritu de Dios. Es parte del proceso divino para llevarnos a la sanidad espiritual y mental.
La Biblia nos dice que hay dos clases de tristeza. La tristeza según Dios nos lleva a la salvación. Hace que nuestro corazón se duela por haber ofendido a un Dios que nos ama y quiere nuestro bien. Así como nos sentimos mal cuando ofendemos a alguien a quien amamos, así nos duele saber que hemos ofendido a Dios que nos ama tanto.
Pero la tristeza según el mundo la provoca Satanás. Es el mismo sentimiento que el anterior, pero de signo contrario: no se enfoca en Dios. Se concentra en las consecuencias del mal, con el objeto de traer angustia y desesperación al corazón humano. Hace que las personas desarrollen terror a las consecuencias de su pecado. Dice el apóstol que esta tristeza lleva a la muerte. En efecto, cuando este sentimiento de dolor se descontrola, puede llevar a las personas a la pérdida de la razón y al suicidio. Frecuentemente oímos de personas que se cortan las venas, se suben a puentes o edificios altos, y se lanzan al vacío, toman dosis elevadas de ciertos medicamentos o dirigen su automóvil a un barranco para poner fin a la angustia mental en la que viven. Muchas de esas situaciones son provocadas por un profundo complejo de culpa que Satanás manipula para el perjuicio de las personas. Sin embargo, el Espíritu Santo nos lleva a Cristo, que nos da alivio y descanso.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C