El Señor es mí roca, mí amparo, mí libertador [...] Es mí escudo, el poder que me salva (2 Samuel 22: 2, 3).
En octubre de 2005 trabajaba en una escuela rural del norte de México. Estaba a cargo del tercer año de primaria. En mi grupo tenía a Sugey, líder del grupo y poseedora de un temperamento muy fuerte. Como se enojaba con facilidad, casi no tenía amigos. Frecuentemente me preguntaba, ¿qué pasará con Sugey? ¿Cómo estarán las cosas en su casa? Un día la niña se me acercó: —Maestra, mi mamá está muy enferma, ¿verdad que no se va a morir? ¿Verdad que Dios existe? ¿Cómo puedo decirle a Dios que sane a mi mamá? Sugey no asistía a ninguna iglesia, sin embargo, sabía que existía un Dios a quien recurrir para pedir ayuda. —Mi niña, claro que existe Dios y puedes pedirle que te ayude en cualquier dificultad; puedes pedirle que sane a tu mamá —le respondí abrazándola fuerte. —Sí maestra, ¿pero cómo? —Muy fácil, Sugey, díselo así como si hablaras con un amigo; dile lo mucho que deseas que tu mamá se recupere. Pero a veces las respuestas que Dios nos da no nos gustan mucho, pero debemos pensar que si tu mamá no sana es porque Dios tomó la mejor decisión para ti y para ella. Transcurrieron dos semanas y desafortunadamente la mamá de Sugey murió. Fue una experiencia difícil para ella, su padre y sus hermanas. Una tarde, nuevamente en el horario de clases, Sugey se acercó a mi escritorio dándome un mensaje que me enviaba su hermana mayor, que decía: «Gracias maestra por ayudar a mitigar el dolor de Sugey por la muerte de mi madre». Más adelante la misma niña me dijo: «Maestra, Dios quiso lo mejor para mi mamá. Papá dice que fue lo mejor porque ella ya no sufre». A veces ante los graves problemas de la vida perdemos de vista que existe un Dios al cual podemos recurrir en cualquier momento. Es posible que hasta dudemos que pueda ser nuestro mejor guía y ayudador. Sin embargo, Dios desea que confíes en él, que te tomes de su mano y que, cualquiera que sea tu problema, no dudes que tienes a un gran Dios que cumple sus promesas.
En octubre de 2005 trabajaba en una escuela rural del norte de México. Estaba a cargo del tercer año de primaria. En mi grupo tenía a Sugey, líder del grupo y poseedora de un temperamento muy fuerte. Como se enojaba con facilidad, casi no tenía amigos. Frecuentemente me preguntaba, ¿qué pasará con Sugey? ¿Cómo estarán las cosas en su casa? Un día la niña se me acercó: —Maestra, mi mamá está muy enferma, ¿verdad que no se va a morir? ¿Verdad que Dios existe? ¿Cómo puedo decirle a Dios que sane a mi mamá? Sugey no asistía a ninguna iglesia, sin embargo, sabía que existía un Dios a quien recurrir para pedir ayuda. —Mi niña, claro que existe Dios y puedes pedirle que te ayude en cualquier dificultad; puedes pedirle que sane a tu mamá —le respondí abrazándola fuerte. —Sí maestra, ¿pero cómo? —Muy fácil, Sugey, díselo así como si hablaras con un amigo; dile lo mucho que deseas que tu mamá se recupere. Pero a veces las respuestas que Dios nos da no nos gustan mucho, pero debemos pensar que si tu mamá no sana es porque Dios tomó la mejor decisión para ti y para ella. Transcurrieron dos semanas y desafortunadamente la mamá de Sugey murió. Fue una experiencia difícil para ella, su padre y sus hermanas. Una tarde, nuevamente en el horario de clases, Sugey se acercó a mi escritorio dándome un mensaje que me enviaba su hermana mayor, que decía: «Gracias maestra por ayudar a mitigar el dolor de Sugey por la muerte de mi madre». Más adelante la misma niña me dijo: «Maestra, Dios quiso lo mejor para mi mamá. Papá dice que fue lo mejor porque ella ya no sufre». A veces ante los graves problemas de la vida perdemos de vista que existe un Dios al cual podemos recurrir en cualquier momento. Es posible que hasta dudemos que pueda ser nuestro mejor guía y ayudador. Sin embargo, Dios desea que confíes en él, que te tomes de su mano y que, cualquiera que sea tu problema, no dudes que tienes a un gran Dios que cumple sus promesas.
Eva Yolanda De Santiago Licón
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor