Nosotros tenemos la mente de Cristo (1 Corintios 2:16).
Una vez hemos sido rescatados, perdonados y reconciliados, ya estamos listos para que, de manera paulatina, el Espíritu Santo vaya realizando una transformación en nuestro ser, cambiando nuestros gustos y preferencias, nuestras debilidades y nuestra condición pecaminosa, renovándonos por completo. La primera renovación que se produce en el ser humano que ha sido reconciliado con Cristo es la del corazón.
Dice el profeta: «Os daré un corazón nuevo» (Eze. 36: 26). Este texto nos habla cíe que Dios producirá en nosotros un cambio total; y posteriormente añade: «Quitaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de carne». «Os daré un corazón nuevo» quiere decir lo mismo que «os daré una mente nueva», una nueva forma de pensar y de entender las cosas. Al cambio del corazón lo acompañan siempre una clara convicción del deber cristiano y la comprensión de la verdad. El que con oración se acerca a las Escrituras tendrá conceptos claros y su entendimiento alcanzará un plano superior de inteligencia.
Ese milagro se hace realidad en las vidas de aquellos que anhelan la renovación por medio de la sangre redentora de Cristo. Entonces el corazón, antes endurecido como piedra por el pecado, es transformado en un corazón dócil, receptivo al Espíritu Santo y al mensaje de las Escrituras, y se dispondrá, con humildad y mansedumbre, a enmendar las faltas cometidas y a proyectarse hacia el futuro con la seguridad de que podrá llegar a las mansiones eternas.
1.a mujer pecadora que fue llevada ante Jesús para ser condenada experimentó la transformación del corazón. Su vida, antes degradada por el pecado, y su corazón, ames repleto de ira, remordimiento y odio, fueron dócilmente transformados en una nueva manera de pensar y de vivir. Ahora servía a Cristo. Las palabras renovadoras del Maestro: «Vete y no peques más» (Juan 8: 11) habían obrado el misterio de la renovación.
No importa cuántas cargas lleves en tu vida ni cuan duro creas tener el corazón. Para Jesús no hay nada imposible. Aquello que a nosotros nos parece irrealizable, encuentra solución en el amor divino.
«Vuelve ahora en amistad con Dios y tendrás paz; y la prosperidad vendrá a ti» (Job 22: 21).
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
Una vez hemos sido rescatados, perdonados y reconciliados, ya estamos listos para que, de manera paulatina, el Espíritu Santo vaya realizando una transformación en nuestro ser, cambiando nuestros gustos y preferencias, nuestras debilidades y nuestra condición pecaminosa, renovándonos por completo. La primera renovación que se produce en el ser humano que ha sido reconciliado con Cristo es la del corazón.
Dice el profeta: «Os daré un corazón nuevo» (Eze. 36: 26). Este texto nos habla cíe que Dios producirá en nosotros un cambio total; y posteriormente añade: «Quitaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de carne». «Os daré un corazón nuevo» quiere decir lo mismo que «os daré una mente nueva», una nueva forma de pensar y de entender las cosas. Al cambio del corazón lo acompañan siempre una clara convicción del deber cristiano y la comprensión de la verdad. El que con oración se acerca a las Escrituras tendrá conceptos claros y su entendimiento alcanzará un plano superior de inteligencia.
Ese milagro se hace realidad en las vidas de aquellos que anhelan la renovación por medio de la sangre redentora de Cristo. Entonces el corazón, antes endurecido como piedra por el pecado, es transformado en un corazón dócil, receptivo al Espíritu Santo y al mensaje de las Escrituras, y se dispondrá, con humildad y mansedumbre, a enmendar las faltas cometidas y a proyectarse hacia el futuro con la seguridad de que podrá llegar a las mansiones eternas.
1.a mujer pecadora que fue llevada ante Jesús para ser condenada experimentó la transformación del corazón. Su vida, antes degradada por el pecado, y su corazón, ames repleto de ira, remordimiento y odio, fueron dócilmente transformados en una nueva manera de pensar y de vivir. Ahora servía a Cristo. Las palabras renovadoras del Maestro: «Vete y no peques más» (Juan 8: 11) habían obrado el misterio de la renovación.
No importa cuántas cargas lleves en tu vida ni cuan duro creas tener el corazón. Para Jesús no hay nada imposible. Aquello que a nosotros nos parece irrealizable, encuentra solución en el amor divino.
«Vuelve ahora en amistad con Dios y tendrás paz; y la prosperidad vendrá a ti» (Job 22: 21).
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera