Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea. perfecto, enteramente preparado para toda buena, obra (2 Timoteo 3: 16, 17).
Nuestro hijo Erwin tiene 1 año de edad, y le encanta salir a pasear. Esto quiere decir que debo estar muy atenta al darle las instrucciones antes de partir.
-Eri, escucha a mamá mientras te explica lo que debes hacer -le digo, hablándole en dos idiomas diferentes-. Primero, te pones la remera y el pantalón, luego las sandalias y la gorra. Entonces, buscaremos el triciclo, para ir a ver a papá. ¿Está claro, Eri?
-Sí -responde el pequeño, que ya se ha ido a buscar sus cosas.
Mientras nos preparamos, le repito las indicaciones. Después de que pone las sandalias, corre hasta la puerta y trata de abrirla. Por la emoción, se olvidó uno de los pasos.
-La gorra -le recuerdo.
Baja la pequeña cabeza para ponérsela, y una vez más se apresura para llegar al triciclo, donde levanta su piernita para que lo ayuden a subir. Pero para esta tarea, le gusta depender de la ayuda de su padre.
Nosotras también recibimos instrucciones diariamente en la preparación de nuestro viaje al cielo. Esta útil información viene de nuestro Padre amante quien, a través de su Palabra, nos quiere enseñar, redargüir, corregir e instruir en justicia. Pero algunas veces, nosotras nos olvidamos algunos pasos, o tratamos de hacer las cosas a nuestra manera. Entonces recibimos el consejo de la Escritura, que nos vuelve al camino del cual nos pudimos haber apartado
Por la emoción, a veces corremos sin toda la información que necesitamos. ¿Estaríamos dispuestas a escuchar la voz de Dios para llegar a ser mujeres competentes, y estar dotadas para toda buena obra? ¿Estamos listas para realizar la parte que nos toca y dejar que él nos ayude?
¿Y después? Decidí imitar a mi hijo, quien lleno de gozo hizo un gran esfuerzo para decir: "Te a" ("Te amo"). Yo también quiero decirle al Señor que lo amo, porque ha puesto en mí el deseo de la eternidad, y porque nos
prometido un viaje maravilloso.
Nuestro hijo Erwin tiene 1 año de edad, y le encanta salir a pasear. Esto quiere decir que debo estar muy atenta al darle las instrucciones antes de partir.
-Eri, escucha a mamá mientras te explica lo que debes hacer -le digo, hablándole en dos idiomas diferentes-. Primero, te pones la remera y el pantalón, luego las sandalias y la gorra. Entonces, buscaremos el triciclo, para ir a ver a papá. ¿Está claro, Eri?
-Sí -responde el pequeño, que ya se ha ido a buscar sus cosas.
Mientras nos preparamos, le repito las indicaciones. Después de que pone las sandalias, corre hasta la puerta y trata de abrirla. Por la emoción, se olvidó uno de los pasos.
-La gorra -le recuerdo.
Baja la pequeña cabeza para ponérsela, y una vez más se apresura para llegar al triciclo, donde levanta su piernita para que lo ayuden a subir. Pero para esta tarea, le gusta depender de la ayuda de su padre.
Nosotras también recibimos instrucciones diariamente en la preparación de nuestro viaje al cielo. Esta útil información viene de nuestro Padre amante quien, a través de su Palabra, nos quiere enseñar, redargüir, corregir e instruir en justicia. Pero algunas veces, nosotras nos olvidamos algunos pasos, o tratamos de hacer las cosas a nuestra manera. Entonces recibimos el consejo de la Escritura, que nos vuelve al camino del cual nos pudimos haber apartado
Por la emoción, a veces corremos sin toda la información que necesitamos. ¿Estaríamos dispuestas a escuchar la voz de Dios para llegar a ser mujeres competentes, y estar dotadas para toda buena obra? ¿Estamos listas para realizar la parte que nos toca y dejar que él nos ayude?
¿Y después? Decidí imitar a mi hijo, quien lleno de gozo hizo un gran esfuerzo para decir: "Te a" ("Te amo"). Yo también quiero decirle al Señor que lo amo, porque ha puesto en mí el deseo de la eternidad, y porque nos
prometido un viaje maravilloso.
Andreea Strámbu-Dir,
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken