Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial! Lucas 11:13.
Hay una llave que abre el cofre de los tesoros celestiales. ¿Ya descubriste cuál es? El siguiente relato, que cuenta Gina lee, nos dice cuál es esa llave. Es la historia de tres hombres que fueron capturados mientras intentaban robar en el palacio del rey. Según lo establecía la ley, los ladrones debían ser desterrados, pero rogaron que se les diera un mes para arreglar sus asuntos antes de la ejecución de la pena.
—Petición concedida —respondió el rey—. Solo tienen que pedir. La condición es que deben presentarse voluntariamente al finalizar el mes.
Uno de ellos, que era comerciante, se dedicó a arreglar sus cuentas. Otro, que era hombre de familia, hizo obras de caridad. El tercero se dedicó a disfrutar de las bellezas naturales. Cuando se cumplió el mes, los tres ladrones se presentaron ante el rey.
—¿Tienen algún deseo final? —inquirió el rey—. Solo tienen que pedir. El comerciante ofreció al rey una gran suma de dinero si lo perdonaba. Pero su oferta ofendió al rey, y fue condenado. Luego compareció el hombre de familia, quien informó que se había dedicado a hacer obras de caridad. Pero el rey le dijo que el perdón no se podía obtener por las buenas obras, por lo que también fue condenado. Entonces llegó el turno al tercer hombre.
—Oh, Su Majestad —exclamó—, estoy arrepentido. Le ruego que me perdone. —Petición concedida —respondió el rey—. Solo tienes que pedir. Radiante de felicidad, el hombre se aventuró aún más.
—Su Majestad, no quiero abusar de su bondad, pero deseo vivir en su palacio. —Petición concedida —respondió el rey—. Solo tienes que pedir.
—Que me disculpe el rey por mi atrevimiento, pero ¿podría adoptarme como uno de sus hijos?
—Petición concedida. Solo tienes que pedir. El ladrón arrepentido había descubierto la llave que abría el cofre de los tesoros reales: «Solo tienes que pedir» («The King and the Three Thieves» [El rey y los tres ladrones], Insight/Out, octubre de 1992, pp. 2, 3).
¿Has pecado? Solo tienes que pedir. ¿Estás enfrentando problemas que te quitan la paz? Solo tienes que pedir. ¿Se ve incierto tu futuro? Solo tienes que pedir. El Rey del universo anhela ayudarte y tiene suficientes recursos para hacerlo. ¿Qué esperas para llevarle tus cargas? Recuerda: solo tienes que pedir.
Rey del universo, en el nombre de Cristo te pido que perdones mis pecados y me des un lugar en tu reino eterno.
Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala