Y vinieron mago, astrólogos, caldeos y adivinos, y les conté el sueño, pero no me pudieron dar la interpretación. (Daniel 4:7)
El rey Nabucodonosor había experimentado la grandeza del Dios de Daniel al recibir la interpretación exacta de un sueño que lo había estado atormentando. Sus palabras fueron: «Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, Señor de los reyes y el que revela los misterios, pues pudiste revelar este misterio» (Dan. 2: 47). Sin embargo, aunque se dice que se postró y se humillo delante de Daniel, el corazón de este orgulloso monarca todavía carecía de la humildad que Dios quería enseñarle. Este rey se consideraba demasiado grande e importante como para ser solo una parte de la historia. Él quería ser la historia. Así que erigió en la llanura de Dura una estatua completamente de oro con el único propósito cíe que todos la adoraran. De este modo le estaba diciendo a Dios que en realidad él no regía los designios de los hombres, por lo menos no en su caso.
He aquí la grandeza infinita de Dios y su misericordia: estaba dispuesto a moldear a aquel orgulloso rey para que un día obtuviera una corona incorruptible. Nabucodonosor quería perdurar por la eternidad, pero iba por el camino equivocado. Solo Dios podría darle inmortalidad, así que el amor divino siguió moldeando a aquel testarudo.
¿Te parece que esta experiencia guarda alguna similitud con la tuya? Dios desea moldearte, por eso vuelve una y oirá vez a pasarte por el crisol, hasta que obtengas la pureza necesaria para que vivas con él. Si aquel rey hubiera aprendido con la primera experiencia, se hubiera ahorrado muchos problemas. Si nosotras pudiéramos ser humildes y dóciles a la enseñanza divina, nos ahorraríamos muchas lágrimas y estaríamos más dispuestas a aprender.
¿Nos está pasando Dios por el crisol? Frente al calor de la prueba tenemos dos opciones: protestar porque considerarnos que lo que nos pasa es injusto o preguntar con humildad al Señor cuál es el objetivo de la prueba.
Si estás pasando por diversas pruebas recuerda que Dios convierte los reveses en victoria si, con humildad, pasas el examen.
Tienes que presentarte al examen y aprobarlo para ser apta para la vida.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera
El rey Nabucodonosor había experimentado la grandeza del Dios de Daniel al recibir la interpretación exacta de un sueño que lo había estado atormentando. Sus palabras fueron: «Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, Señor de los reyes y el que revela los misterios, pues pudiste revelar este misterio» (Dan. 2: 47). Sin embargo, aunque se dice que se postró y se humillo delante de Daniel, el corazón de este orgulloso monarca todavía carecía de la humildad que Dios quería enseñarle. Este rey se consideraba demasiado grande e importante como para ser solo una parte de la historia. Él quería ser la historia. Así que erigió en la llanura de Dura una estatua completamente de oro con el único propósito cíe que todos la adoraran. De este modo le estaba diciendo a Dios que en realidad él no regía los designios de los hombres, por lo menos no en su caso.
He aquí la grandeza infinita de Dios y su misericordia: estaba dispuesto a moldear a aquel orgulloso rey para que un día obtuviera una corona incorruptible. Nabucodonosor quería perdurar por la eternidad, pero iba por el camino equivocado. Solo Dios podría darle inmortalidad, así que el amor divino siguió moldeando a aquel testarudo.
¿Te parece que esta experiencia guarda alguna similitud con la tuya? Dios desea moldearte, por eso vuelve una y oirá vez a pasarte por el crisol, hasta que obtengas la pureza necesaria para que vivas con él. Si aquel rey hubiera aprendido con la primera experiencia, se hubiera ahorrado muchos problemas. Si nosotras pudiéramos ser humildes y dóciles a la enseñanza divina, nos ahorraríamos muchas lágrimas y estaríamos más dispuestas a aprender.
¿Nos está pasando Dios por el crisol? Frente al calor de la prueba tenemos dos opciones: protestar porque considerarnos que lo que nos pasa es injusto o preguntar con humildad al Señor cuál es el objetivo de la prueba.
Si estás pasando por diversas pruebas recuerda que Dios convierte los reveses en victoria si, con humildad, pasas el examen.
Tienes que presentarte al examen y aprobarlo para ser apta para la vida.
Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera