Surgirán de ellos cánticos de gratitud, y gritos de alegría. Multiplicaré su descendencia, y no disminuirá; los honraré, y no serán menospreciados (Jeremías 30: 19).
Sobre la mesa había una canasta de manzanas rojas, jugosas y de muy buen aspecto. Junto a ellas estaba una nota que decía: «Toma solamente una, recuerda que Dios te observa». En el otro extremo de la mesa habla una caja con chocolates finos y deliciosos. De pronto un niño pasó cerca de la mesa y observó las manzanas con la nota. Al acercarse a los chocolates, el niño escribió una nota y la puso cerca de los chocolates y decía: «Toma todos los chocolates que quieras, al fin que Dios está mirando las manzanas».
¿Qué te hace pensar esta historia? Tal vez en más de una ocasión has dudado de la omnipresencia de Dios y su gran poder, o te desanima la oración que hiciste con tanto fervor y no recibiste la respuesta que esperabas. Y qué decir del niño en la calle que suplica por una moneda para saciar su hambre, las cárceles llenas de injusticias, los hospitales con olor a muerte y dolor. ¿Sabes? Todo eso tiene un porqué y un para qué.
Una razón es para que valoremos lo que Dios nos da. Él es todo amor, le preocupa cada detalle por pequeño que parezca: tus lágrimas, alegrías, prue¬bas, aflicciones.
Tu devoción personal marcará la diferencia de tu relación con Dios. Búscalo, dile tu sentir, haz de él tu mejor amigo, acepta el plan que tiene para tu vida. Así aprenderemos a confiar y a depender completamente de él. Si no, su plan de redención será en vano en nuestra vida. Busquémoslo mientras puede ser hallado. Gracias, Señor, por escucharme y entenderme cuando todos se van. Gracias por tomarme de la mano cuando todos me abandonan. Gracias Señor, por darme un valor inmerecido aun cuando siento que no valgo. Gracias Señor, por tu insaciable amor. Ayúdame a seguir adelante, servirte y honrarte como verdaderamente tú lo mereces.
Sobre la mesa había una canasta de manzanas rojas, jugosas y de muy buen aspecto. Junto a ellas estaba una nota que decía: «Toma solamente una, recuerda que Dios te observa». En el otro extremo de la mesa habla una caja con chocolates finos y deliciosos. De pronto un niño pasó cerca de la mesa y observó las manzanas con la nota. Al acercarse a los chocolates, el niño escribió una nota y la puso cerca de los chocolates y decía: «Toma todos los chocolates que quieras, al fin que Dios está mirando las manzanas».
¿Qué te hace pensar esta historia? Tal vez en más de una ocasión has dudado de la omnipresencia de Dios y su gran poder, o te desanima la oración que hiciste con tanto fervor y no recibiste la respuesta que esperabas. Y qué decir del niño en la calle que suplica por una moneda para saciar su hambre, las cárceles llenas de injusticias, los hospitales con olor a muerte y dolor. ¿Sabes? Todo eso tiene un porqué y un para qué.
Una razón es para que valoremos lo que Dios nos da. Él es todo amor, le preocupa cada detalle por pequeño que parezca: tus lágrimas, alegrías, prue¬bas, aflicciones.
Tu devoción personal marcará la diferencia de tu relación con Dios. Búscalo, dile tu sentir, haz de él tu mejor amigo, acepta el plan que tiene para tu vida. Así aprenderemos a confiar y a depender completamente de él. Si no, su plan de redención será en vano en nuestra vida. Busquémoslo mientras puede ser hallado. Gracias, Señor, por escucharme y entenderme cuando todos se van. Gracias por tomarme de la mano cuando todos me abandonan. Gracias Señor, por darme un valor inmerecido aun cuando siento que no valgo. Gracias Señor, por tu insaciable amor. Ayúdame a seguir adelante, servirte y honrarte como verdaderamente tú lo mereces.
Mireya Olave de Murríeta
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.